En el año de su apertura, con toda la ilusión y el esfuerzo que eso conlleva, la delegación de Valencia de CIR62 vio cómo la DANA arrasaba con todo su almacén, su stock y el 'showroom' recién estrenado. Casi mes y medio después, aún con las consecuencias visibles del paso del temporal, Rafael Martínez, responsable de esta delegación, abre las puertas a C de Comunicación para contar de primera mano lo ocurrido.
Material destruido, estructuras destrozadas y un ambiente impregnado de barro y polvo. El 29 de octubre de 2024, el torrente de agua que arrasó varias zonas del área metropolitana de Valencia dejó a su paso inundaciones devastadoras. Pero también historias de resistencia, solidaridad y adaptación.
Una de ellas es la de CIR62. Rafael Martínez, responsable de la delegación de la entidad en Picanya (Valencia), abre las puertas de su almacén a C de Comunicación. No es una visita comercial, es un viaje al corazón de la catástrofe que la DANA dejó tras de sí. Su voz, cargada de una mezcla de impotencia y esperanza, sirve de guía por un espacio que hasta hace poco se encontraba al 100 % de actividad y que ahora lucha por recuperar su pulso.
CIR62 había inaugurado esta delegación a finales de abril. Seis meses de trabajo duro, de sueños e ilusión, reducidos a escombros por la fuerza del agua. Martínez señala la marca en la pared, 60-70 centímetros de altura, la huella imborrable del nivel que alcanzó la inundación. “No sabíamos ni por dónde empezar, todo estaba inundado”, recuerda Rafael.
“Esto era una zona de guerra”, dice, mientras recorre los pasillos en los que aún se acumulan restos de lo que hasta hace mes y medio eran estanterías repletas de mercancía. Herramientas, lana de roca, perfilería, todo quedó inservible. Las pérdidas, estima Martínez, superan los 600.000 euros. Un golpe devastador para una delegación que apenas iniciaba su camino.
Pero el drama personal de todo un pueblo supera a todas las pérdidas materiales. Relata historias de vecinos que se vieron obligados a subirse a los techos de sus coches para escapar de la corriente, de personas mayores atrapadas en sus casas, de la angustia de una madre con la pierna rota que tuvo que ser rescatada por su hijo.
La solidaridad floreció entre el lodo
Martínez destaca la ayuda de algunos proveedores que no dudaron en ofrecer su apoyo, facilidades de pago, aplazamientos, reparto inmediato de stock… Algo que, por otro lado, Martínez también cuenta que han hecho con sus clientes. “Las facilidades que estamos recibiendo por parte de los fabricantes estamos dándoselas a nuestros clientes”.
Tras casi 30 días de un trabajo extenuante y con la delegación cerrada, CIR62 ya se encuentra en marcha, con sus puertas abiertas, aunque no todo está aún a pleno rendimiento. Una de esas pruebas es el showroom que la compañía había situado en la parte delantera de la nave y que, de momento, no está operativa.
“El que tenga pulmón saldrá adelante”, repite Martínez, una frase que se convierte en el lema de una comunidad que se niega a rendirse. El camino hacia la recuperación será largo, pero la voluntad de reconstruir es firme. El almacén de CIR62, con sus paredes aún manchadas por la inundación, es uno de los recordatorios de que la fuerza del espíritu humano vence a la adversidad.
Un reportaje realizado junto a Alejandro Centellas, responsable del área de Ferretería y Bricolaje de C de Comunicación.