Un mes después de la DANA que asoló Valencia, los empresarios afectados repasan su lucha por recuperar la normalidad en un entorno marcado por la devastación, la solidaridad vecinal y la "lentitud de las ayudas institucionales".
El barro cubría todo. Javier, gerente de Ferretería Isled, recuerda el panorama desolador cuando, tras la DANA, volvió a su negocio. “Los primeros días eran interminables. Limpiar parecía una misión imposible”, cuenta. Su empresa, una de las más afectadas, planea abrir sus puertas después de Reyes, pero la incertidumbre financiera persiste: “No espero recibir ni un euro de ayudas. Vamos a sobrevivir con los clientes que tenemos, no con las promesas de las instituciones“.
En CIR62, otra de las empresas afectadas, Felicidad Martínez describe la DANA como el evento más devastador que han vivido. “Pasamos tres semanas quitando barro y limpiando sin parar. Lo que veíamos alrededor era tan complicado como lo nuestro”, recuerda. Sin embargo, la colaboración de vecinos, empleados y voluntarios se convirtió en un faro de esperanza en medio del desastre.
Francisco Romero, gerente de Sumisur, empresa hermanada con Disman, comparte una experiencia similar. “Es devastador dejar tu negocio funcionando al 100 % y encontrarlo inundado, con el stock y los vehículos irrecuperables”, explica. A pesar de todo, destaca la fortaleza de su equipo: “no hemos caído en el desánimo, sino que trabajamos como un bloque. Sabemos que volveremos más fuertes”.
Uno de los mayores desafíos que enfrentaron las empresas fue la falta de materiales y recursos para la limpieza. Desde EPIs hasta maquinaria especializada, la logística para acceder a lo necesario complicó aún más el proceso. Además, la imposibilidad de recibir envíos por parte de proveedores durante las primeras semanas ralentizó la recuperación.
Esperanza frente a la burocracia
Si bien las instituciones prometieron ayudas, los empresarios se muestran críticos con la burocracia. Javier lo resume con amargura: “Las promesas son bonitas, pero lo que necesitamos es dinero, y eso no llega. En mi caso no espero nada, pero hay negocios que no podrán reabrir”.
En contraste con las trabas administrativas, el apoyo vecinal, de proveedores y clientes ha sido clave para la recuperación. Felicidad lo describe como un “empujón de moral diario”. Para Francisco, los clientes son los que les mantienen en pie: “Gracias a su confianza, seguimos aquí. Es un recordatorio de que, incluso en los peores momentos, no estamos solos”.
Sin embargo, los retos persisten. Las pérdidas materiales ascienden a cientos de miles de euros en algunos casos, y la incertidumbre sobre las ayudas genera angustia entre los empresarios. A esto se suma la necesidad de reconstruir la confianza y garantizar la continuidad del negocio en un entorno aún marcado por la catástrofe.
Pese a todo, el mensaje que transmiten es de esperanza. “Estamos hechos a las adversidades”, dice Francisco. Felicidad añade: “La solidaridad nos ha enseñado que juntos podemos superar cualquier cosa”. Estas palabras reflejan el espíritu resiliente de una comunidad que, a pesar de las dificultades, no se rinde.
Solidana, la plataforma que conecta empresas afectadas
En este contexto, iniciativas como Solidana, impulsada desde la Cámara de Comercio de Valencia, han sido un alivio. Este programa busca agilizar el acceso a recursos y apoyar a las empresas afectadas.
Las historias de Javier, Felicidad y Francisco son sólo una muestra de las muchas voces que luchan por levantarse tras la DANA. La lección que queda, un mes después, es clara: la solidaridad y el esfuerzo colectivo son capaces de superar cualquier obstáculo. Pero para que esta recuperación sea completa, es imprescindible que las ayudas lleguen. La esperanza, al igual que la fuerza, también necesita ser alimentada.