Con motivo del primer aniversario de la tragedia ocasionada por la dana, la Fundación Txema Elorza y AFEB celebraron ayer, 23 de octubre, un acto solidario para recaudar fondos en favor de los damnificados de este terrible suceso.
Alrededor de 130 personas asistieron a un evento en el que, además de recordar lo ocurrido hace un año y cómo afectó al sector de ferretería, suministro industrial y bricolaje, se escucharon cuatro testimonios que narraron el horror vivido durante aquellos días.
“En ningún momento se nos pasó por la cabeza que no fuéramos a volver”
Para Elena Moreno, ferretera y socia de Coinfer, el 29 de octubre de 2024 era un día más. “Siempre nos hemos sentido muy seguros, porque el Poyo es muy grande cuando pasa por Picanya. Nunca hubiéramos imaginado que se fuera a desbordar”.
Hasta que a las 18 horas, y a pesar de que en la localidad no había llovido en todo el día, su marido le expresó su convicción de que algo raro pasaba. Cuando se asomaron a la puerta de la ferretería, “vimos que había una ola de tres metros por encima del puente antiguo de Picanya. Cerramos la ferretería y nos fuimos. Nos dio el tiempo justo para llegar a casa, coger lo básico y subir a la primera planta”.

Con la prioridad puesta en limpiar y salvar su propio hogar y el de sus familiares más allegados, “no fuimos conscientes de que habíamos perdido la ferretería” hasta una semana después. Con una fortaleza que no sabe de dónde surgió, Elena asegura que “en ningún momento se nos pasó por la cabeza que no fuéramos a volver”. Y así, tan solo dos meses después del fatídico 29 de octubre, Ferretería Moreno volvió a abrir sus puertas, “incluso antes que muchos centros comerciales”.
La cooperativa y el apoyo de la propia red empresarial de la comarca fueron determinantes para volver a empezar, así como la ayuda de los cientos de voluntarios que llegaron a partir del 31 de octubre. Una vez reabierta la ferretería, enseguida los vecinos acudieron a comprar los artículos indispensables para sus casas. “Había mucha necesidad y pocos sitios donde ir a comprar. Nos dimos cuenta otra vez de lo importante que es el comercio de proximidad”.
Dos meses sin facturar
En Industrias Tayg (Beniparrell), esa tarde “el agua entraba por una parte de la fábrica y salía por otra”, tal y como contaba su director comercial, Ignacio Fernández, durante el acto conmemorativo organizado por la Fundación y AFEB. En esos momentos, se encontraban trabajando en Tayg 25 personas, que tuvieron que subir a las oficinas de la primera planta, tras apagar la central de la luz para evitar accidentes. “Pasaron 24 horas en los despachos de la primera planta sin comida, bebida ni luz, mientras el agua arrasaba todo”.
Hasta dos días después no se pudo acceder a la fábrica. Todavía faltaban por contactar cinco empleados, de los que no se sabía nada. Los responsables de Tayg organizaron dos grupos: el primero, encargado de localizar a todos los trabajadores; mientras que el segundo se ocupó de entrar en la fábrica y empezar a limpiar.
Afortunadamente, no hubo que lamentar daños personales. Y la propiedad puso todos los recursos necesarios para salir adelante. Los dos primeros meses la empresa no pudo facturar y, aun así, no se realizó ningún ERTE. “Los clientes nos ayudaron mucho y no cancelaron ni un solo pedido”, recuerda Ignacio, muy agradecido.
“No estábamos preparados psicológicamente”
A pesar de una intensa preparación para afrontar conflictos armados, el comandante del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (EZAPAC) del Ejército del Aire, Francisco Ortiz Gallardo, reconoció que, cuando llegaron el día 1 de noviembre al barranco del Poyo en búsqueda de víctimas y supervivientes, no estaban preparados psicológicamente.
“La acogida en Paiporta fue muy buena”, aunque debían llevar mucho cuidado para no parar a descansar en público, porque “había gente que te lo podía recriminar y, por muchas explicaciones que diéramos, no lo podían entender, porque estaban desesperados. Había que tener mucha psicología”.
El mayor operativo de emergencias de toda España
Rafael Gandía, vicepresidente de Cruz Roja España y presidente de Cruz Roja de la Comunidad Valenciana, recordó que en los primeros momentos “no sabíamos lo que estaba pasando. Empezamos a recibir información de inundaciones en Utiel y Requena, pero pensábamos que se resolverían con los medios habituales”.
Sin embargo, a medida que pasaba la tarde, “nos dimos cuenta de que se trataba de algo más. Los teléfonos no funcionaban. La confusión era grande en esos primeros momentos”.
“Pusimos en marcha los protocolos de emergencia”. No obstante, “no pudimos acceder a la zona cero y eso produjo episodios de desesperación que son entendibles. Ha sido una tragedia que ha superado todas las previsiones”. Unos días después, Cruz Roja había conseguido organizarse con 8.000 voluntarios, más de cien vehículos y una estación de comunicaciones satelital. “Cruz Roja puso en marcha el mayor operativo de emergencias de toda España”, aseguró Rafael.
Ahora, la organización está proporcionando tarjetas monedero a los que más lo necesitan para que adquieran todo tipo de productos. En comercios, la entidad ha invertido 13 millones de euros en ayudas directas. Y también se está ocupando, en la actualidad, de la recuperación anímica.
Razones para la esperanza
María José Bidaurreta, patrona de la Fundación y copresentadora del evento solidario junto al también patrono, Andreu Maldonado, aportó algunos datos para la esperanza en el futuro de la ferretería. “El 100 % de las ferreterías y suministros afectados han reabierto”, aunque recordó que todavía “no se está en situación de normalidad total”. En cuanto al resto de comercios afectados no pertenecientes al sector ferretero, más del 50 % han vuelto a abrir sus puertas.
Por su parte, el presidente de honor de la Fundación Txema Elorza, Vicente del Bosque, incidió en la obligación social de las empresas y en la importancia de la generosidad en momentos tan difíciles.





















