La historia es una de las pocas cosas que no se pueden copiar de un negocio. Y Ferretería Bonet, en Barcelona, la tiene. Porque son pocos los comercios que pueden presumir de estar a los pies de un edificio emblemático de Barcelona, en una zona estratégica de la ciudad Condal, y aun así tener la flexibilidad de adaptarse y renovarse.
Martí está al frente de Ferretería Bonet, fundada en 1952 en los bajos de un edificio noucentista construido en 1926 y pensado por un arquitecto hospitalense, Ramón Puig Gairalt, representativo de los renovadores catalanes de su época que el mismo año de construcción del edificio completó el plan urbanístico para el ensanche de L’Hospitalet.
Aquí sigue en pie un negocio, asociado a Cadena 88, que no solo ha sido testigo de la transformación de Barcelona, sino también del propio barrio. Porque el Poble Nou mantiene aún la etiqueta de industrial pese a que el paso del tiempo -y, sobre todo, de la influencia de las Olimpiadas de Barcelona de 92- la ha ido difuminando.
Fue el padre de Martí quien, por entonces, fundó la empresa que hoy sigue prestando servicio los vecinos de la zona. Un negocio que, como tantos otros, en una historia repetida a lo largo y ancho de España, está en peligro por la falta de relevo generacional.
Y es que, con todo, Martí, con su edad, sigue tirando del carro de un negocio con el que creció. Al poco de entablar conversación con él, durante la visita que un equipo de C de Comunicación realizó a la ferretería con motivo de la jornada de Sant Eloi, el propio Martí dejó una de esas frases que anotan con subrayador y que definen, en muchos casos, el éxito de un negocio.
“Aquí soy feliz”
“Tengo 73 años y llego a la ferretería a las 7 de la mañana. Aquí soy feliz, y seguiré hasta que el cuerpo aguante”, asegura Martí. No es una frase hecha, sino una realidad. Cuando este medio llega a la ferretería, poco antes de su apertura tras la hora de comer, Martí ya está paseando alrededor del establecimiento antes de que el reloj marque en punto y abra el cierre.
El suyo es uno de esos negocios que a día de hoy sigue adelante por el empuje de su dueño pero que enfrenta el desafío de la continuidad, sin relevo familiar a la vista ni interesados reales en hacerse con la ferretería.
“A muchos jóvenes les cuesta entender que este es un negocio que ha funcionado y que seguirá funcionando”, se lamenta Martí.
Una afirmación contrastable: en el tiempo que dura la visita de C de Comunicación, Martí se disculpa para atender varias llamadas con pedidos de clientes.
La ferretería, con todo, ha tratado de adaptarse y, aunque se sitúa en un edificio histórico, el interior del establecimiento no dice lo mismo. Martí ha dispuesto algunos lineales vistosos de marcas reconocidas sobre todo alrededor del mostrador.
“Hacemos lo que podemos, teniendo en cuenta la forma de la tienda”, asegura Martí en referencia a la disposición del establecimiento condicionado por un edificio que conecta dos calles y que se va ensanchando progresivamente.
Cuenta con soluciones domésticas, propias de ferretería de barrio, hasta productos más pensado para profesionales.
Pocas horas después de la visita de este medio, el propio Martí asistió a la jornada de Sant Eloi del Gremi de Ferretería de Cataluña. El tema principal, el relevo generacional. Ese que falta en Ferretería Bonet y que convertirá el futuro de este negocio en una mera cuestión de azar. Hasta que la salud aguante.