El relevo generacional en la ferretería familiar dejó una de las conversaciones más genuinas de la Jornada de Sant Eloi, que tuvo lugar en Barcelona este pasado miércoles 26 de noviembre. El encuentro, organizado por el Gremi de Ferreteria de Catalunya, reunió a asociados, marcas y profesionales del sector en una cita ya tradicional del calendario ferretero.
Fue allí, donde Francesc y Marcel Martínez, padre e hijo, sentados bajo el mismo foco, hablaron no sólo de traspasar un negocio, sino de entenderse en el proceso. “El suministro lo forman las personas, no sólo el producto”, concluía la conversación tras las últimas preguntas, en una mesa que, entre miradas y experiencia compartida, fue más lección de vida empresarial que debate al uso.
El legado de la abuela y un techo compartido
Francesc pertenece a la tercera generación de una saga que empezó en un taller. La memoria familiar sitúa a su abuela viajando a Barcelona los lunes por la mañana para comprar una azada que luego “colocaba en la herrería y ya estaba vendida antes del siguiente lunes”. Aquellos tiempos, recordaba el padre, eran de trato directo y mercados muy distintos, donde lo que importaba era “comprar bien y saberlo todo del producto”.
El negocio familiar dio un giro clave en 1986, cuando la familia se asoció a CIFEC. “No es importante el documento en sí, es lo que nos dio: marcas, proveedores y compañeros que te acompañan”, comentó Francesc. Ese fue, según define, su primer gran paso hacia la profesionalización, en un sector que a menudo “se conformaba con sólo vender”.
Cuatro horas diarias que empezaron siendo dos
Marcel entró en el negocio por la puerta lateral, como casi todos los herederos: en verano, a los 14 años, ayudando a reparar albaranes. Pero no fue hasta iniciar la carrera de Marketing y Dirección Comercial cuando padre e hijo trazaron una rutina pactada: dos horas diarias, convertidas pronto en 4 o 6. “Estás contratado y cumples tus horas como cualquier persona de la empresa”, le insistió Francesc entonces.
“Y hay días de exámenes que ni banco, ni margen mental… pero sabemos cuándo no apretar”, decía Marcel en un momento de la charla, aliviado y a la vez consciente del compromiso.
No todo es vender, es sostener la estructura
El padre lo resumió así: “Un buen ferretero hoy no es el que te deja alucinado por saber el sobre un tipo de cerradura. Eso es mínimo común. Ahora es más importante saber motivar el equipo, escogerlo, formarlo y crear confianza”. Algo en lo que todos los asistentes asintieron a modo de confirmación. La gestión de personas ha superado en predicamento al producto.
Marcel, por su parte, habló con una mezcla de urgencia y esperanza: “Servicio y eficiencia para empresas: eso es lo que vendemos. Si entras a la guerra de precios, el cliente que viene a precio, se va a precio”.
La delegación que cuesta: soltar las compras
No todas las áreas del negocio pesan igual. Francesc reconoció que lo que más le cuesta delegar es la parte de las compras. “Las finanzas son más aburridas, las gestiono, pero no me gustan. Las compras… las llevo yo y estoy al día. Lo llevo encima”, decía. Su objetivo: tener el 60 % delegado en pocos meses.

La amenaza no siempre es Amazon, a veces somos nosotros
Francesc señaló un cambio que ha recorrido todo el sector: la presión por vender, el miedo a perder la operación frente a grandes competidores y el hábito de “quitarse expedientes” haciendo presupuestos fuera de hora y sin cálculos estratégicos. “Eso es un poco como darse unos tiros”, comparó.
“No vale decir que si tienes 25 empleados y 20 siguen… estás salvado”, matizó Marcel. “Hay lógica en mirar los números, en confiar en tu equipo y en dejar de justificarte con stock”.
El objetivo, que la empresa crezca, con o sin fachada familiar
Francesc fue firme en un punto que dio oxígeno a la sala: no tiene como objetivo forzar a sus hijos a continuar la ferretería. “Que disfruten con lo que hagan. Si después resulta que la ferretería les gusta, bien. Si no… también bien”, dijo, provocando más sonrisas que resistencia.
Mientras tanto, Marcel definió el relevo desde su óptica: “No necesariamente tiene que ser súper joven el gerente, pero sí tener nuevas miradas, nuevos sistemas. Hay gente que es brutal en gestión y ya no son tan jóvenes… pero reinventarse cuesta y por eso el sector necesita otros liderazgos”. De esa reflexión extrajeron ambos lo valioso: separar felicidad, propiedad y gestión sin dejar que el legado se evapore.
Alegría como estrategia competitiva
La mesa, moderada por C de Comunicación, cerró con una idea que fue casi un lema: la ferretería necesita alegría, equipos con ganas, visión híbrida de negocio, especialización cuando toca y método siempre. “Hay muchísimas cosas por hacer en nuestro sector. No podemos estar con el ‘uf, uf’ detrás del mostrador. Hay que afrontarlo con ilusión”, remató Francesc.
Marcel lo completó mirando al futuro sin miedo: “Yo admiro a mi padre por la disciplina, por forzarse cuando toca, por no parar de aprender. Pero el verdadero orgullo es construir algo que siga o que se pueda pasar, vender o integrar… pero que siga teniendo una perspectiva”.
















