Respuestas a la polémica de las mascarillas FFP2 con grafeno

En los últimos días ha surgido una controversia en torno a este tipo de mascarillas, a raíz de un informe de las autoridades sanitarias canadienses en el que se informaba sobre posibles riesgos para la salud por la presencia de grafeno o biomasa de grafeno en estos productos.
Por Ángeles Moya
Mascarillas que contienen partículas de grafeno. (Foto: F.Z.).
Mascarillas que contienen partículas de grafeno. (Foto: F.Z.).
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No hay evidencias científicas de que las mascarillas FFP2 fabricadas con grafeno puedan ocasionar perjuicios para la salud. Es más, “el grafeno no es tóxico, por inhalación, en cantidades moderadas“. Así lo ponen de manifiesto tanto Luis Gil, secretario general de la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual (Asepal), como el catedrático de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), y además director del Grupo de Nanomateriales de esta misma universidad, Félix Zamora.

Sin embargo, en los últimos días ha surgido una polémica en torno a este tipo de mascarillas, a raíz de un informe de las autoridades sanitarias canadienses en el que se informaba sobre los posibles riesgos para la salud por la presencia de grafeno o biomasa de grafeno en mascarillas.

Tal es el revuelo que se ha ocasionado, que ayuntamientos como el de Madrid o comunidades autónomas como Castilla y León han decidido “actuar siguiendo el principio de precaución” y han solicitado “a las diferentes gerencias” que “paralicen las entregas de las mascarillas FFP2 de la marca Shenquan-Iturri“, tal y como explican a C de Comunicación fuentes de la Consejería de Sanidad castellanoleonesa.

Esta marca en concreto, del fabricante Shandong Shenquan New Materials Co. Ltd, de China, y comercializada en España por el Grupo Iturri, es sobre la que ha alertado la propia Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios a través de una nota informativa en la que hace referencia a las “mascarillas quirúrgicas con grafeno de biomasa” de este fabricante, pero no a otros modelos de mascarillas, como por ejemplo las FFP2.

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“Se está creando mucha desconfianza sobre un producto que es seguro”

Aun así, el desconcierto ha provocado que comunidades como la castellanoleonesa también hayan decidido paralizar la distribución de las mascarillas FFP2 con grafeno de este mismo fabricante. También el Ayuntamiento de Madrid ha emitido una instrucción a todas las áreas de gobierno y a todos los distritos de la capital “para proceder a la retirada en su totalidad” de este tipo de mascarillas que contienen partículas de grafeno “por un principio de prudencia, igual que están haciendo otras administraciones”, tal y como expuso ayer la delegada de Seguridad y Emergencias, y portavoz municipal, Inmaculada Sanz, en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno.

“El problema -explica Luis Gil a C de Comunicación– es que se está creando mucha desconfianza sobre un producto que es seguro, y eso tiene mucho impacto en las empresas que lo comercializan“. Incluso “en el propio material”, añade el secretario general de Asepal, puesto que el grafeno es un material sobre el que se está investigando en diferentes ámbitos para su aplicación en diferentes áreas. “Se está generando alarma sobre la toxicidad de un producto que no es tal“, indica Luis Gil.

“El grafeno es un agente antibacteriano”

Esta afirmación del secretaria general de Asepal está respaldada por los estudios específicos sobre el grafeno que está llevando a cabo el Grupo de Nanomateriales de la UAM que dirige el profesor Zamora, quien asegura que, al contrario de la idea que se está generalizando, “el grafeno es un agente antibacteriano” tal y como demuestran los estudios que se han realizado a nivel internacional.

Las mascarillas que contienen grafeno comenzaron a comercializarse hace más de 11 meses por distintas empresas, no sólo chinas. “Son mascarillas que introducen una pequeña cantidad de grafeno en el polipropileno, que es el material que se emplea para hacer el filtro de la mascarilla”, explica el profesor Zamora. Y se decidió introducir el grafeno, en una cantidad que no puede ser superior al 5 %, porque hay estudios que corroboran que el grafeno tiene propiedades bactericidas y, potencialmente, virucidas.

Es más, “no es posible introducir mayor cantidad de grafeno -asegura-, porque, de hacerlo, la mascarilla perdería todas sus propiedades y no se podría conformar la fibra del filtro”. Ell grupo del profesor Pedro de Pablo, con el que colabora el profesor Zamora, ha podido comprobar que determinados virus se inactivan cuando interactúan con el grafeno. De hecho, llevan un año investigando qué ocurre cuando el coronavirus de cerdo (virus modelo del SARS-CoV-2) entra en contacto con esta sustancia, y han podido verificar “que el grafeno atrapa fuertemente a este tipo de coronavirus y actualmente estamos intentando determinar si, además, lo inactiva o no”.

Por tanto, y ante la falta de evidencias de que el grafeno pueda causar perjuicios para la salud, y teniendo en cuenta que esta sustancia podría incluso tener un efecto biocida (es decir, que podría matar virus y bacterias), la polémica surgida en torno a las mascarillas que contienen grafeno no tiene razón de ser, en opinión de Luis Gil y el propio profesor Zamora.

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El CSIF puso las mascarillas con grafeno en el punto de mira

Todo surgió cuando, hace unos días, el sindicato de funcionarios (CSIF) se hizo eco del informe emitido por las autoridades sanitarias de Canadá y denunció que estas mascarillas se estuvieran distribuyendo entre personal de las administraciones públicas. A raíz de esta denuncia, y ante la “incertidumbre respecto al desprendimiento de las nanopartículas de grafeno en las mascarillas fabricadas con este material”, algunas administraciones han procedido a retirarlas, como ya se ha mencionado anteriormente.

Pero el profesor Zamora insiste: “En nuestras investigaciones hemos visto que el grafeno se queda fuertemente adherido al polipropileno, por lo que separar esa unión es muy complicado”. Incluso admite a C de Comunicación que su grupo de investigación está analizando las mascarillas objeto de la polémica.

“Estas mascarillas cuentan con todas las certificaciones del mercado (americanas, europeas, etc.) y la hipótesis que se podría barajar, aunque es muy poco probable, es que, a la hora de fabricarlas, se les hubiese alterado algún parámetro y que las fibras de polipropileno no se hubieran hecho bien por un error puntual de fabricación en un determinado lote, pero, en cualquier caso, la posible toxicidad, altamente improbable, no estaría relacionada con el grafeno, sino con una hipotética degradación del polipropileno de las fibras”, concluye.

¿Estás notando un descenso en la venta de mascarillas FFP2 en general por la polémica que ha surgido en relación con las que contienen grafeno?

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