Eso es lo que significa para los fabricantes el feed back que reciben del usuario final cuando realizan cursos de formación de sus productos, sobre todo cuando son herramientas complejas de utilizar.
Y es “oro puro” (así nos lo han trasladado en MetalMadrid) porque a través del usuario final -que al fin y al cabo es quien utiliza el producto, y quien puede difundir, a través del ‘boca a boca’, sus bondades o defectos- es como el fabricante puede perfeccionar su herramienta para que se adapte a las necesidades del cliente.
No siempre hay tiempo ni recursos para organizar estos cursos de formación. Pero realizarlos es bueno para el ferretero, como prescriptor del producto, y para el usuario final, quien, al aprender cómo funciona y cómo sacarle partido, lo comprará (si se adapta a sus necesidades) y hará correr la voz de que ese artículo merece la pena.
Cuando en C de Comunicación publicamos noticias sobre cursos de formación de producto no siempre son las más leídas. Eso significa que, a priori, no despiertan tanto interés como otros asuntos del sector. ¿Está la formación infravalorada?
Pues no debería ser así, porque todo aquello que aporte conocimientos es bueno para quien los recibe, para quien los aporta y, en definitiva, para las ventas. Quizás merezca la pena apostar (algunas empresas ya lo están haciendo) por destinar recursos (humanos y materiales) a los cursos de formación. Seguro que, tarde o temprano, habrá retornos positivos para quien los realice.
M. Ángeles Moya
angeles.moya@cdecomunicacion.es
