A las 12.30 horas del lunes, casi toda España hizo clic. Sin luz, sin Internet en los móviles, sin comunicaciones. Apagón total y psicosis social activada. De Black Mirror al costumbrismo. Las linternas, los hornillos de gas, las pilas, las velas o los pequeños transistores convertidos en necesidad imperiosa.
Fue otro de esos acontecimientos distópicos capaces de demostrar -como si hiciera falta a estas alturas- la resiliencia del sector y su importancia en situaciones de necesidad.
En el popular barrio madrileño de Vallecas, Ferretería Marcavel agotaba todas las existencias de hornillos de gas. La tienda pudo abrir gracias a un generador situado en la calle y a unos focos que iluminaban de forma parcial el establecimiento. En Ferretería Ustrell, Marc Puig relata cómo se formaban grandes colas “porque fue todo de golpe y la gente se acumuló” para hacer acopio de linternas o pilas.

En el sur del país, en Ferretería Ubetense, apenas daban abasto para surtir a los clientes de generadores, linternas o pilas.
“También vendimos muchos focos con carga que la gente cargaba en los coches dándose varias vueltas y yendo a los pueblos de alrededor para que se fuera cargando en el coche y, cuando estaba listo, iban a casa y lo ponían”, Maribel Biedma, gerente de Ferretería Ubetense.
Y al norte de la ciudad de Madrid, Danielino Fernandes, cerrajero, trataba de dar respuesta a las peticiones de ayuda que, a duras penas, le llegaban al teléfono. Otros le interceptaban por la calle. Servicios relacionados, esencialmente, con propietarios de establecimientos que querían bajar la persiana motorizada del local para marcharse a casa, cuenta Danielino a este medio.
Frenazo en las fábricas
En pleno auge de la campaña de jardín, las extrusoras y granceadoras que dan servicio a la fábrica de Catral Group, en Catral (Alicante), también hicieron clic. Con todo el suministro eléctrico fuera de juego, la empresa perdió toda la tarde y la noche de producción. Hasta las 0:40 horas no regresó la luz al municipio alicantino.
“Ahora en campaña para nosotros nos supone un posible retraso en algunos pedidos. Aunque contamos con un buen stock, siempre puede ocurrir algún retraso, sobre todo en algún pedido internacional que nos piden algunas medidas especiales que tenemos fuera de catálogo y les fabricamos a lo largo de la campaña”, asegura Manuel Latorre, CEO de Catral Group, a C de Comunicación.
Durante esta mañana, la empresa empieza a recobrar casi toda la normalidad, también en la gestión de pedidos, interrumpidos porque el sistema informático que los tramita también estuvo parado.
En otro punto del país, en la fábrica de Solter, el ‘susto’ apenas duró un par de horas. El tiempo que estuvo parada la fábrica en Girona, cerca de la frontera con Francia, uno de esos lugares donde el impacto fue más mitigado. En la compañía lograron poner en marcha algún generador y pudieron también trabajar metiendo pedidos.
En Zaldíbar, a las 14:00 todavía no había luz. Aunque Bilbao ya respiraba, en esta zona de fábricas vizcaína las plantas como la de Irega tuvieron que esperar hasta las 20:30 para reanudar su actividad.
“No teníamos suficientes generadores para mantener todo activo y tuvimos que parar por completo hasta las 20:30 cuando nos volvió la luz”.
Juan Carlos Albín, gerente de Irega, a C de Comunicación.
Desde Ruedas Alex, esta mañana han logrado restablecer la normalidad en su fábrica de Altaco (Barcelona), que ayer tuvo que cerrar sobre las 16.00 horas, por lo que la producción del turno de tarde se vio afectada por el apagón.
Los distribuidores aguantan el apagón
El día de San Vicente Ferrer, patrón de la Comunidad Valenciana, llegó como una bendición cuando todo en el país se vino abajo. El almacén de Coinfer situado en Paterna (Valencia) no tenía actividad, no se servían pedidos por festivo, por lo que el apagón apenas tuvo impacto en la cooperativa.
Tan solo, explica José Luis Beltrán, un pequeño incidente con un switch. La normalidad, en todo caso, está asegurada desde el almacén de Coinfer.
Desde Ehlis tampoco sufrieron el impacto directo del apagón gracias a los generadores con los que cuenta la compañía y que permitieron mantener la actividad durante la caída generalizada de suministros, según explican desde la organización.
Tampoco el almacén central de Comafe en Madrid sufrió grandes perjuicios por el apagón, ya que también contaban con generadores. “Eso sí, los socios no podían pasar pedidos. El problema puede ser hoy porque se acumulan los pedidos de ayer y de hoy”, explica Enrique Pagnon, presidente de la cooperativa.