El cambio y el movimiento suelen generar cierto rechazo, principalmente por la incertidumbre de no saber si lo que hacemos es lo correcto, si tendrá buenos resultados o, en muchos casos, por la falta de tiempo, lo que nos obliga a actuar con prisa.
Esta rapidez, en ocasiones, es la causa de errores en lo que hemos hecho. Sin embargo, más allá de querer o no querer, de obtener buenos o malos resultados, lo que es indiscutible es que, si queremos mejorar y evolucionar, debemos actuar. Si no hacemos nada, todo permanece igual, sin progreso. No movemos productos a lugares estratégicos para atraer más la atención de los clientes, no realizamos ofertas ni acciones comerciales, no comunicamos lo que hacemos, no organizamos…
Esta apatía o miedo a actuar también se refleja en otros ámbitos, como el cambio de puesto y responsabilidades de un empleado que lo merece, la elección de una nueva empresa de transporte por temor a que el servicio no sea mejor, o la búsqueda de un nuevo proveedor que ofrezca mayor variedad y mejor atención. Incluso situaciones más simples, como reparar una puerta que lleva meses rozando y haciendo ruido por falta de lubricación, terminan postergándose indefinidamente.
La inacción convierte a la ferretería en un negocio obsoleto
Estas dudas y postergaciones se repiten en muchas ferreterías, y cuando se acumulan sin solución, pasan factura. La inacción convierte a la ferretería en un negocio obsoleto, afectando no solo su imagen y funcionamiento, sino también la motivación del equipo. Los empleados pueden perder el interés y buscar otras oportunidades laborales, los proveedores reducen sus visitas y dejan de ofrecer nuevas ideas y promociones, y los propietarios comienzan a sentirse abrumados cada día al abrir el negocio y encontrarlo siempre igual.
Cambiar y mejorar no debe verse como un riesgo, sino como una oportunidad real de crecimiento. La combinación de desinterés, dejadez y falta de ideas es peligrosa y puede generar complicaciones graves si no se toman medidas y se implementan acciones concretas. Los costos y problemas derivados de esta inercia pueden ser incalculables. No obstante, nos justificamos con la excusa de la falta de tiempo, cuando en realidad, si nuestra competencia logra hacer todo lo necesario para mejorar, ¿por qué nosotros no?
La solución es simple: debemos ser objetivos al evaluar nuestra ferretería. Es fundamental elaborar una lista con todo lo que se hace mal, lo que no se ha hecho y lo que necesita mejoras. Esta lista debe ser compartida con el equipo de trabajo para que todos puedan aportar ideas y enriquecerla con su experiencia. Una vez recopilada la información, es crucial establecer prioridades: separar lo urgente, que requiere una solución inmediata, de lo importante, que puede planificarse a mediano plazo o necesitar la intervención de un profesional externo.
Pasar de la inmovilidad a la acción
Decidir pasar de la inmovilidad a la acción es un síntoma positivo a nivel empresarial, ya que significa reconocer que algo no está funcionando correctamente. Si esta planificación se mantiene y se discute con el equipo, estaremos en el camino correcto. Además, la mayoría de los cambios no requieren grandes inversiones económicas, sino un ajuste en la manera de gestionar el negocio. Por ejemplo, tener una sala de ventas sucia y llena de polvo no es un problema de costos, sino de concepto: entre lo que está bien y lo que está mal. Es necesario normalizar las acciones de mejora, mantenimiento y comunicación.
Debemos evaluar el impacto comercial y el costo adicional que implica no atender estos detalles a tiempo. ¿Cuánto cuesta un poco de lubricante para evitar que una puerta siga rozando y termine rompiéndose? Prácticamente nada. Lo mismo ocurre con la falta de iluminación en algunas zonas del negocio, que se ignora hasta que se vuelve un problema evidente.
La lista de tareas pendientes en muchas ferreterías es interminable y, al normalizar esta inercia, se ignora el daño que realmente causa. Como dijo Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Este principio resume perfectamente el mensaje que quiero transmitir. Para obtener mejores resultados, hay que actuar. La pasividad, el miedo y la excusa de la falta de tiempo no aportan nada, solo restan. Los clientes perciben lo que no hacemos: productos cubiertos de polvo, desorden, cajas fuera de lugar, paredes que necesitan pintura, escaparates con productos de temporadas pasadas o estanterías deterioradas, entre otros detalles.
Estos “microdetalles”, cuando se acumulan, se convierten en un problema visible y notorio para los clientes, y la mayoría pueden resolverse sin costo significativo.
Mejorar la ferretería no significa solo embellecerla, sino hacerla más eficiente y cómoda para todos, tanto clientes como empleados. Es posible lograrlo; solo es cuestión de observar nuestro entorno con una mirada crítica y responder honestamente a estas preguntas, ya sea solos o con la ayuda de un especialista que nos oriente hacia la mejor solución.
Sugerencias y Comentarios:
- No hacer nada por no saber qué hacer no es la solución para mejorar.
- Existen infinidad de acciones que debemos hacer en nuestra ferretería que no queremos ver ni reconocer. Sin este reconocimiento, no se puede mejorar nada.
- No podemos hacer mejoras por obligación o cuando no hay más soluciones.
- Reconocer lo que está mal y planificar todo lo que hay que hacer y cuándo hacerlo, facilita y reduce los tiempos y su coste.
Autor: Antonio Valls
Antonio Valls, director general de SystemShop Consulting S.L. Autor del libro ‘F de Ferretería. Manual para la Ferretería del siglo XXI’.
Con más de 24 años de experiencia en gestión e innovación en el punto de venta, Antonio Valls es un apasionado del sector de ferretería y bricolaje.

SystemShop Consulting S.L. es una empresa especializada en la optimización e innovación en el punto de venta (retail). Busca y da soluciones efectivas a cualquier problema: imagen del establecimiento, ‘lay out’, formación del personal, imagen corporativa, gamas de producto, negociaciones con proveedores, gestión de compras, ‘mystery shopper’, implantaciones, iluminación, rotulación y señalización, escaparates, gestión del punto de venta, indumentaria, distribución interior, decoración interior del establecimiento, lógica de funcionamiento.