El joven ferretero riojano comparte en la XI Jornada de Jóvenes Ferreteros lo aprendido tras su inmersión en Obramat: procesos, datos, logística y proveedores.
“En Obramat lo analizan todo, se mide el más mínimo detalle”. Con esta frase, que resume la cultura operativa de la gran superficie, David Saseta, tercera generación de Grupo Sagar, abrió en la XI Jornada de Jóvenes Ferreteros. Un relato tan honesto como revelador sobre su reciente experiencia formándose dentro de una de las compañías que más están transformando el mercado.
En Madrid, ante una sala llena de jóvenes profesionales, explicó cómo esa “manera diferente de trabajar” que vivió en primera persona puede trasladarse al negocio familiar y, sobre todo, a la ferretería tradicional que quiere seguir siendo competitiva.
Lo que encontró, y lo que trajo de vuelta, fue más que una colección de ideas: fue un cambio de mentalidad. Una forma distinta de trabajar que —insiste— puede marcar la diferencia entre sobrevivir y avanzar para las ferreterías de hoy.
Aprendizajes de un modelo ultraprocesado: “Si no hay dato, no es”
David entró en Obramat tras superar un proceso de cuatro entrevistas. Allí descubrió un método de trabajo basado en una máxima que resonó entre los asistentes: “Si no hay métrica, no es”.
En el día a día, todo se analizaba. Todo tenía un dato, una ratio, una medición.
1. La cultura del dato como base del negocio
Durante la entrevista, Saseta relató que su paso por Obramat supuso una inmersión profunda en la gestión del producto. Pasó de saber vender “un bombín” a controlar más de 500 referencias de diferentes levas, tamaños y sistemas. Pero más allá del conocimiento técnico, lo que más le impresionó fue la estructura de análisis:
- Reuniones diarias a la 1 de la tarde para revisar rentabilidades, desviaciones y objetivos.
- Algoritmos de inteligencia artificial que cada día, a las 6:15 de la mañana, generaban una lista automática de los productos más vendidos para reponer.
- Procesos marcados para cada departamento: logística, reposición, tienda, seguridad…
“Lo que me llevo”, dijo, “es que sin datos no hay criterio. Y sin criterio no hay decisiones”.
2. Procesos claros y orden férreo
Obramat funciona como una máquina: cada camión llega a su hora, cada paquete tiene su etiqueta, cada producto su ubicación. Todo está numerado, todo está ordenado, todo está pensado para que cualquier empleado encuentre cualquier cosa.
Saseta lo resumió así: “Una ferretería pequeña no puede tener los recursos de Obramat, pero sí puede tener un almacén bien ubicado y ordenado”.
De hecho, advirtió de las consecuencias de un inventario mal gestionado: desde rupturas de stock hasta errores que repercuten en el pago del impuesto social.
El almacén como columna vertebral: logística y control exhaustivo
En Obramat, la mercancía pasa por un proceso milimétrico:
- Conteo inicial al descargar.
- Asignación de etiqueta HU.
- Entrada en el programa logístico, visible desde las PDAs.
- Ubicación exacta en un almacén totalmente numerado.
- Reposición automática basada en ventas reales.
Esto permite que el equipo controle al minuto qué entra, qué sale y qué se rompe. En palabras de David: “No podemos replicar su informática, pero sí su orden”.

Una lección crucial: reducir proveedores para ganar margen
Uno de los aprendizajes más destacados por parte de David Saseta fue la segmentación de proveedores: “Obramat trabaja sólo con unos 20 proveedores en ferretería y herramienta“.
Las ferreterías tradicionales, en cambio, pueden llegar a trabajar con 300, 400 o más.
Esto, según Saseta, es una desventaja competitiva clara:
- Más dispersión.
- Peores condiciones.
- Mayor complejidad administrativa.
- Menos volumen por proveedor.
Su recomendación: “Hay que trabajar con menos proveedores y mejor. Se nota en el margen y en el tiempo”.
“Limpio, lleno, balizado y seguro”: el mantra diario
David compartió también el mantra operativo de Obramat, cuatro palabras que se repiten a cada instante:
Limpio – Lleno – Balizado – Seguro
El turno de tarde deja el lineal perfecto para la mañana siguiente. Y la seguridad se incentiva con primas trimestrales y semestrales. Pequeños detalles, como subrayó David, que construyen grandes hábitos.
Lo que Obramat nunca podrá copiar: el alma de la ferretería
A pesar de la admiración por la eficiencia del gigante, Saseta subrayó lo que la gran superficie jamás podrá igualar diferentes características de la ferretería tradicional:
1. El trato humano
En Obramat se penaliza pasar demasiado tiempo con un cliente que no genera valor directo. En la ferretería de barrio, ese tiempo es el negocio.
2. La variedad infinita
Obramat trabaja por secciones amplias; no puede tener todos los tornillos del universo. David contó que en múltiples ocasiones tuvieron que derivar clientes a la ferretería porque no tenían, por ejemplo, una “roscachapa 933”.
3. El servicio
La ferretería tradicional es insustituible cuando un cliente llama un viernes a las ocho o un sábado por la mañana. “Ese servicio no lo va a ofrecer nunca una gran superficie”.
Otras enseñanzas: la campa, el talento y los jóvenes
Entre otros temas, David habló de:
- La campa o patio, que implica grandes esfuerzos y márgenes bajos.
- La necesidad de quioscos automáticos para agilizar la preparación de mercancía.
- La importancia de formar y retener sólo a quienes quieren que el negocio perdure.
- Su recomendación personal: “Antes de entrar al negocio familiar, mejor trabajar fuera para valorar lo que tienes”.
La experiencia de David puede resumirse en una conclusión que él mismo detalló con sus palabras:
No se trata de convertir la ferretería tradicional en un Obramat, sino de coger prestado su motor, su forma de medir, su orden, su manera de trabajar los datos y adaptar esa potencia al negocio local.
Sin perder nunca lo que hace única a la ferretería: el alma, el trato y la especialización.
David lo dejó claro: “Los grandes nos están comiendo… pero también podemos aprender de ellos”.













