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Ferretería Gamero: un negocio de barrio en el antiguo polo industrial de Madrid

Por Alejandro CentellasResponsable de contenidos del área de Ferretería y Bricolaje

Carlos Gamero, responsable de Ferretería Gamero, lleva el oficio de ferretero en la sangre. Convivió desde pequeño con las particularidades de un sector que reconoce como “complejísimo” y al que se asomaron su abuelo y su padre en el año 1967, cuando abrieron las puertas de la ferretería.

Decidieron instalarla en el popular barrio madrileño de Villaverde, que por aquel entonces ya comenzaba a labrarse la etiqueta de obrero al acoger a los miles de trabajadores de las cercanas (y ya extintas) fábricas de Barreiros, Standard Eléctrica o Tafesa, y a la población migrante procedente de Andalucía y Extremadura.

Aquella ferretería original era mucho más pequeña que la actual, que dispone de 110 metros cuadrados de superficie de venta y de otros 110 metros cuadrados de almacén. Un espacio en el que se mueven Carlos, su mujer Alicia, y su compañero José entre un surtido de unas 20.000 referencias.

Además, cuentan con otro trabajador que se dedica en exclusiva a trabajos de montaje y de reparación, otra pata fundamental del negocio de Ferretería Gamero y que, como todo, fue creciendo gracias al boca a boca en el barrio.

Una ferretería a la que se le nota su impronta castiza madrileña incluso en el mapa. Está situada en el número 44 de la Calle de la del Manojo de Rosas, en referencia a la zarzuela del mismo nombre, y cortada en perpendicular por otra vía zarzuelera, la Calle la del Soto del Parral.

Ferretería urbana y doméstica de servicio a los vecinos

Cuando Carlos se refiere a su negocio, asociado a Ferrymas (de la cooperativa aragonesa Coferdroza), habla de “ferretería urbana y doméstica”. Y lo dice con orgullo, porque sabe que el concepto lleva implícito un servicio de proximidad a los vecinos y un asesoramiento que es “básico para funcionar en este sector”, explica.

Un sector que Carlos ha ido conociendo, poco a poco, durante décadas a base de escuchar lo que el cliente demanda. “Cuando yo me puse al frente de la ferretería, en el año 2001, me dediqué exclusivamente, durante seis meses, a ver lo que me pedía el mercado. Lo anotaba todo”, asegura Carlos.

Como parte de esa evolución, Ferretería Gamero ha ido avanzando también en el aspecto exterior de la ferretería. En el año 2017 decidieron rotular el cierre metálico del negocio con graffiti y, poco tiempo después, renovaron toda la fachada.

Una remodelación en la que mucho tuvo que ver la cooperativa, Coferdroza, para la que Carlos solo tiene elogios: “Les estoy siempre muy agradecido. Es un sitio en el que te sientes cómodo y respaldado, con un trato humano excepcional”, asegura.

Lucha frente a los grandes del sector

Al terminar la visita a Ferretería Gamero, la sensación que queda es la de un negocio en continuo movimiento. Carlos ya piensa en cómo reubicar los lineales para dar mayor visibilidad a los pasillos de la tienda. Asegura que ya tiene algunas ideas en mente.

Una implicación que no solo traslada a su negocio sino también a todo el sector, para el que tiene algunas recetas frente a la competencia de las grandes superficies. “El sector necesita que todos rememos en la misma dirección. Hay que aglutinarse, ponerse de acuerdo, y marcar las reglas del juego. Porque los grandes lo tienen muy claro”, asegura Carlos.

Puedes leer el reportaje completo de Ferretería Gamero en el número 89 de Cuadernos de Ferretería y Bricolaje.

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