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El día de la marmota en las ferias de jardín

Por Ángel VillarinoDirector de Fitoralia y secretario de ACPO

En el último año he asistido o participado de una feria en Lyon (Paysalia), otra en Alemania (IPM Essen), una sectorial privada en Málaga (ExpoGarden), una de obtentores en Holanda (FlowerTrials), un Fruit Attraction, un Iberflora y me queda, antes de acabar el año, una sectorial privada más (Jardinarium).

Por lo visto y lo comentado con otros asistentes, las ferias están en regresión.

Si alguien me saca el argumento de que el Fruit ha tenido más metros y expositores, dejadme comentar mi impresión: su crecimiento no se debe a que sea una feria, sino a su capacidad para llegar a los departamentos de ayuda a la exportación de los distintos países.

Fabricar móviles no lo hace todo el mundo, pero dedicarse a la agricultura, sí. Los stands son más pequeños y menos espectaculares —yo llegué a ver auténticas aberraciones exhibicionistas hace años—.

Otro tanto se comenta del IPM: que ahora hay menos gente, que antes aquello era una pasada, etc. Y el esplendor de la Iberflora que yo conocí con mi padre no va a volver; la actual vive en una calma chicha, en modo supervivencia.

Los que hayáis asistido a estas ferias de forma consecutiva en los últimos años os reconoceréis en esta frase: hay los mismos stands, en el mismo sitio y con la misma disposición, incluso de las plantas. No os imagináis el efecto pernicioso que tiene esto en el visitante. Es como vivir el día de la marmota. Y no culpo a los expositores sino a los gestores de las ferias. Hay que pedir y generar movimiento, porque el negocio que se hunde… es el vuestro.

Yo, por normativa, cambiaría a la gente de posición. Y aconsejaría que la disposición del stand fuese diferente a la de la última edición. Un entrenador de fútbol coloca a los jugadores donde le interesa, no donde ellos quieren; si no, todos habríamos sido delanteros en el colegio.

En la era de Internet, las ferias deben pensar de otra manera. Si continúan limitándose a ofrecer suelo y “ya te apañarás”, viviremos su ocaso, y es algo que no deberíamos dejar morir.

A mí me gustan las ferias. Creo que una empresa emergente no puede consolidarse sin ellas, y son un excelente sistema para vincularnos y generar relaciones. Si no existiesen, las reclamaríamos. Pero necesitan una masa crítica para funcionar; cuando el balance del retorno empiece a ser deficitario, ya veremos.

No soy gestor de ferias y no tengo soluciones mágicas, no es mi cometido.

Pero lo que sí puedo señalar es que, así, no vamos bien.

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