Al mostrador de Ferretería Prim, en Badalona (Barcelona), los clientes llegan como en un goteo constante. “Aquí algunos días vas con la lengua fuera y otros estás quieto”, relata Jaume Mención.
Parece que la visita de C de Comunicación cae en una de esas jornadas en las que la faena se acumula.
Ferretería Prim, asociada a Optimus, lleva desde 1974 prestando sus servicios en el municipio badalonés, donde cuenta con tres establecimientos en un radio de apenas 2 kilómetros: uno en la calle Guifré y dos en la calle Prim -estos dos últimos se sitúan frente a frente, a unos pasos de distancia-.
Es en la ferretería de la calle Prim donde nos reciben Jaume Mención y Cristina Sáez junto a parte del equipo. Al frente está Pere Díaz, actual gerente, quien cede la palabra antes de retirarse al mostrador a atender clientes. Ahí sigue, tantos años después, y ahí seguirá hasta su jubilación, cada vez más próxima.
Dentro de la hornada de jóvenes ferreteros, Jaume y Cristina son el relevo generacional de un negocio que va camino de cumplir medio siglo. “A Pere tenemos mucho que agradecerle, porque ha conseguido grandes cosas con mucho esfuerzo; nuestro objetivo es mantener el legado y no perder la esencia de Ferretería Prim“, explica Cristina.
Ambos reconocen que se “engancharon” al mundo de la ferretería. Cristina, desde las finanzas y Jaume, desde el mostrador. Han sido testigos del recorrido de Ferretería Prim hasta alcanzar tres establecimientos y 19 empleados.
Aunque nunca han tenido la necesidad de incorporar más trabajadores, Cristina asegura que “es complicado encontrar personal”. Lo achaca a los horarios, a la falta de formación, y a que el trabajo de ferretero “está menospreciado”. Jaume lo ilustra: “hemos tenido a gente que ha entrado a trabajar por la mañana, y a la tarde nos han dicho que no volvían”.
Ser ferretero, un trabajo “gratificante y agradecido”
Con todo, tanto Jaume como Cristina defienden la labor “gratificante” de un ferretero. “Solo con ayudar a alguien y solucionarle un problema, ya merece la pena. Eres como la farmacia de guardia del barrio“, apunta Jaume.
También reconocen que el sector ha evolucionado. “Antes las ferreterías eran oscuras y antiguas, pero eso ya ha cambiado”, explica Jaume. “Ahora son tiendas abiertas, bonitas, luminosas, hay mujeres detrás de un mostrador…”, añade. “Mujeres detrás y delante”, puntaliza Cristina, “porque ves a chicas jóvenes que vienen a por taladros“.
Nuevos tiempos, nuevos métodos. Porque en Ferretería Prim, anuncia Cristina, están implantando un nuevo ERP (un nuevo programa de gestión) que esperan que esté funcionando a pleno rendimiento a principios de marzo.
“Nosotros no estábamos informatizados, cada uno de los empleados era un ordenador andante y no teníamos ningún tipo de control“, explica Cristina. Su objetivo para 2023 es consolidar la digitalización de la ferretería, “pero sin perder la esencia”, matiza.
Fusta, el origen de Ferretería Prim
Unos pocos metros separan a Ferretería Prim de Fusta, situado en la misma calle. El origen de todo. Está especializado en corte de madera y, como dice Jaume, “es un taller de los que ya no quedan”.
“En Badalona, si quieres cortar madera te tendrías que ir a un Leroy Merlin, por ejemplo, pero no te harían el servicio de carpintería“, añade.
Y ese servicio de carpintería que ofrecen en Fusta tiene nombre: Joan. Artesano de la madera y otro de los empleados “históricos” de Ferretería Prim.
Escondida al fondo del local, una mesa de trabajo que aún conserva el estilo añejo. Y encima de ella, una serie de caricaturas que inmortalizan a Ferretería Prim y a sus trabajadores.
Caricaturas que están en el taller de madera, pero también en las oficinas. Cristina nos las muestra con orgullo mientras relata las historias que hay detrás de ellas, reforzando el sentimiento de pertenencia a un comercio histórico.
La unión del sector ferretero frente a la incertidumbre
Tanto Jaume como Cristina están convencidos de que la unión del sector es más necesaria que nunca, sobre todo en momentos de incertidumbre como el actual.
Lo demuestran reconociendo la labor y las iniciativas de otros jóvenes ferreteros. “Lo del chico que ganó el premio es para quitarse el sombrero”, explica Jaume, en referencia al canario Antonio Estupiñán, de Ferretería Femacohesa, premiado en la última edición de la Jornada de Jóvenes Ferreteros.
“Yo lo voté porque me parece muy bien que dé formación a gente de la cárcel, dice mucho de esa persona”, añade, y se apunta una visita a la ferretería, “sobre todo si es por mayo o junio“, dice entre risas.
Una vocación de servicio que Jaume y Cristina también persiguen en el día a día, porque “eres vendedor, pero también cliente, por eso debes tratar a la gente como te gustaría que te tratasen a ti”, subrayan.
Jaume lanza un mensaje final: “una ferretería no tiene que ser una máquina de hacer dinero, sino un lugar donde aconsejes y ayudes a la gente, sobre todo cuando muchos de tus clientes son también vecinos de toda la vida”.
Al término de la visita, dejan algunas recomendaciones para comer por Badalona, y también posibles alternativas. Es el consejo convertido en oficio.
Buenas tardes, gran analisis y mejor mensaje final, demuestra lo que verdaderamente es ,todos los que amamos y disfrutamos de nuestra FERRETERIA