¿Qué tienen en común una manguera de alta presión, una llave Stillson y una varita mágica? Más de lo que crees.
Imagina esto: Harry Potter, ya retirado del Ministerio de Magia, decide abrir una pequeña ferretería en Hogsmeade. Un local modesto, con el cartel oxidado, pero con una cola de magos, brujas y criaturas fantásticas esperando su turno. No vende varitas ni pócimas. Vende herramientas. Tornillos. Gafas de protección. ¡Y tiene más éxito que Ollivanders!
¿Por qué? Porque Harry ha entendido algo que muchos aún no ven en el sector industrial:
Que hasta el producto más técnico puede brillar si sabes contar una buena historia.
Productos muggles con alma mágica
En esta tienda mágica-ferretera, no hay espacio para lo aburrido. Cada producto tiene nombre propio, personalidad y una historia detrás. Y lo mejor de todo: ¡todos existen también en tu almacén!
Llave Stillson = Llave giratubos encantada
“Para liberar tuberías embrujadas por el óxido o el descuido muggle.”
Una herramienta básica… o un artefacto con el poder de ajustar lo inajustable. Harry la recomienda para fontanería pesada y para abrir viejos grifos malditos por el paso del tiempo.
Versión real: la clásica llave grifa de fontanero. ¿Y si en tu catálogo dijeras que “ningún giro se le resiste, ni siquiera los de 90 grados malditos”?

Cinta americana = Cinta mágica de primeros auxilios
“Capaz de sellar fugas, arreglar varitas partidas o cerrar bocas que hablan de más.”
Es el comodín de los bricolegas mágicos. Repara, fija, inventa. En Hogwarts la usaban hasta para remendar túnicas de Quidditch.
Versión real: la cinta americana es una de las estrellas de cualquier ferretería. ¿Y si la presentas como “el conjuro más rápido contra lo imprevisto”?

Manguera de alta presión = Serpiente de agua domesticada
“Con un solo movimiento, controla torrentes capaces de limpiar dragones.”
Ideal para establos de hipogrifos o limpiar la fachada de un castillo medieval tras una batalla.
Versión real: mangueras para limpiezas exigentes. ¿Por qué no destacar su “poder destructivo contra la suciedad más resistente”? Suena más épico, ¿verdad?

Taladro percutor = Varita perforadora de muros de defensa
“Solo para magos con pulso firme y objetivos duros.”
Penetra ladrillos encantados y estructuras antiguas sin que tiemble el brazo.
Versión real: herramienta estrella en instalaciones y reformas. ¿Y si vendes esa sensación de “nada puede pararme”?

Gafas de protección = Espejogafas antihechizos rebote
“Protégete del polvo… y de las maldiciones laborales.”
Fabricadas con cristales templados y un ligero toque de encantamiento de escudo.
Versión real: gafas de protección laboral. ¿Te imaginas una sección de “equipo de defensa personal para héroes del taller”?

Escalera telescópica = Andamio extensible de apariciones
“Para alcanzar vigas, techos o estrellas fugaces con total seguridad.”
Se pliega, se alarga, y siempre aparece justo donde la necesitas. Hasta los elfos domésticos la usan.
Versión real: escaleras plegables o extensibles. Lo práctico también puede sonar mágico si lo cuentas bien.

Moraleja: la magia no está en el producto, sino en cómo lo cuentas
¿Y si en lugar de escribir “manguera de riego reforzada” dijeras “arma secreta del agricultor moderno”?
¿Y si en vez de “llave de impacto” dijeras “el trueno en tus manos”?
El marketing en el sector industrial no tiene por qué ser gris, técnico ni aburrido. Tiene que ser claro, sí. Honesto, también. Pero sobre todo tiene que enganchar. Porque el cerebro compra con razones, pero el corazón compra con historias.
¿Qué puedes aprender de Harry?
- Tus productos son útiles. Hazlos memorables.
- Tu tienda es necesaria. Hazla única.
- Tu catálogo es técnico. Hazlo humano.
- Tu cliente es exigente. Hazle sonreír.
Y si te animas…
Haz la prueba. Coge uno de tus productos más aburridos y dale un nombre mágico. Añádele un toque de humor, una historia o un guiño al cliente. Compártelo en redes. Apuesta por la curiosidad.
Porque, como ya sabes, en el marketing industrial…
“Lo que no se dice, no se vende”.
Nota del autor: Nada de esto tiene sentido… y precisamente por eso tiene todo el sentido del mundo. Estamos en un mundo —el del marketing, el de las ferreterías, el de los suministros industriales— donde a veces olvidamos que la imaginación también vende. No, no hace falta que empieces a llamar a la cinta americana “cinta mágica anticaos”, ni que te disfraces de mago para vender una escalera…
Pero si en este rato te ha sacado una sonrisa, te ha hecho ver tus productos con otros ojos o te ha recordado que también se puede disfrutar comunicando lo técnico, entonces ha valido la pena.
Gracias por acompañarme en esta pequeña travesía fantástica. ¡Espero que te haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo!
Gracias por la sonrisa.