Amazon y el egoísmo individual

Los que lleváis años siguiendo nuestro boletín diario de noticias quizá os acordéis de una “información” que publicamos nada más y nada menos que en 2015: Amazon abrirá su primera ferretería en España el 29 de febrero.

Se trataba de una pequeña broma por el Día de los Inocentes, que quisimos gastar al sector de ferretería y bricolaje. Por aquel entonces el gigante del comercio electrónico solo tenía alguna librería física y pocos pensaban que su estrategia pudiera pasar por seguir abriendo tiendas (fuimos unos visionarios, sin duda ). Dos años después vendría la compra de la cadena de supermercados Whole Foods, más tarde la puesta en marcha de Amazon Fresh, Amazon Go… De momento, siempre relacionadas con la alimentación. Pero, ¿quién sabe? Yo no descarto que comience a implementar algún día otras categorías de productos en sus centros físicos y todo lo relacionado con el hogar siempre es una buena opción.

De hecho, en una reciente encuesta que publicamos hace unos días, muchos profesionales de nuestro sector mostraban su preocupación por la política de apertura de tiendas que Amazon está desarrollando en los últimos tiempos.

Un viaje que no es un viaje

Me he acordado de todo ello a raíz del “viaje al espacio” de su creador, Jeff Bezos, el pasado 20 de julio. Un acontecimiento que a mí personalmente me parece más un entretenimiento de parque de atracciones (extraordinariamente caro y vertiginoso, eso sí) que un verdadero viaje espacial. Creo que este hecho, que no pongo en duda que será un punto importante en la historia, ha mostrado a muchos de nosotros algunos rasgos de la personalidad de este emprendedor.

Bezos es, sin duda, un genio, pero como cualquier otro ser humano, vive con sus luces y sus sombras. A mí me ha dado un poco de vergüenza ajena su reacción histriónica tras el viaje. No acabo de comprender por qué tanta emoción por ‘democratizar’ los vuelos al espacio, cuando nos enfrentamos a situaciones realmente graves en el planeta Tierra. La innovación de la que Bezos siempre ha hecho gala se podría emplear en otros terrenos más humanos.

No se caracteriza Amazon precisamente por preocuparse de otra cosa que no sea su propio beneficio. Imagino que se trata de un reflejo de la propia personalidad de su fundador. Ya sabemos todo lo negativo que rodea a esta plataforma en temas como las condiciones laborales de sus empleados o el fuerte impacto de su actividad en el medio ambiente, entre otros. Su política basada en satisfacer siempre y en cualquier circunstancia al consumidor ha sido la clave de su éxito. ¿Hasta cuándo?

Amazon: ya no vale el individualismo

El comercio siempre ha girado en torno a lo que necesitan y quieren los clientes. Pero, ¿resulta imprescindible -y sano- tomar al consumidor como individuo aislado? No vivimos cada uno en nuestra isla, sino que permanecemos interconectados entre sí. Me gusta una expresión que he leído al experto en comercio, Laureano Turienzo, sobre este asunto. Él opone el término ‘community centric’ al ‘customer centric’. Es decir, frente a la satisfacción absoluta de las necesidades del consumidor sin tener en cuenta su carácter social, propone colocar en el centro de la estrategia comercial a la comunidad.

Y ello implica, desde luego, que las empresas paguen los impuestos en el país en que operan para que el crecimiento económico revierta también en el mismo mercado que les proporciona riqueza. Significa de igual modo que las compañías han de preocuparse por sus empleados y, por supuesto, de contaminar lo menos posible durante su actividad.

Quiero creer que, si Amazon no se adapta pronto a esta filosofía de anteponer la comunidad al individuo, los resultados le pasarán factura más pronto que tarde. También es responsabilidad de cada uno de nosotros, como clientes, exigir a las empresas que cumplan con sus compromisos sociales.