El mínimo exigible a un distribuidor que organiza una feria es que la feria tenga aspecto de feria. Superado el trabalenguas, la idea es clara: mientras que Coferdroza no logró atraer a sus socios en Valencia, sobre todo en unas primeras horas del día que rozaron el esperpento, esta vez, con el factor campo a favor y tras una serie de medidas lógicas, por los pasillos de Feria Zaragoza había movimiento y ferreteros en los stands de las marcas.
Coferdroza optó este año por los incentivos y la presión para llevar hasta la feria a sus ferreteros, un gremio muy dado al apoltronamiento. La cooperativa aplicó medidas sensatas como no permitir comprar antes del evento o ceñir las condiciones de financiación a los socios solo de forma presencial y después de la feria.
Incluso ofreció dinero para gastar en feria a quienes acudieran desde primeras horas. Cuando el compromiso no basta, la seducción puede jugar su papel.
Ahora tocará a los proveedores hacer números, y veremos entonces el balance de la feria en términos de negocio, una parcela no atribuible directamente a los organizadores.
Ya sabemos que en una feria caben muchas ferias. Buena parte quedaron satisfechos y otros, con más dudas. Casi todos coincidieron, en todo caso, que las sensaciones mejoraron, en mucho, al incidente valenciano.
Con un calendario ferial tan saturado, y con los proveedores cada vez más decididos a priorizar unos eventos frente a otros, desde Coferdroza saben que su misión es llevar ferreteros a las marcas, que como mínimo haya movimiento y conversaciones.
Ahí se juegan su crédito con los proveedores. Al menos hasta el año que viene.