En el Congreso Summind 2025, hubo ponencias cargadas de estrategia, visión y reflexión, pero pocas tan llenas de historia viva como la entrevista a Valentín García Medina, director general comercial de Redondo y García.
Con su tono calmado y mirada firme, Valentín encarnó algo más que la voz de una gran empresa: representó la memoria del suministro industrial español, una memoria que no se ha conformado con sobrevivir, sino que ha aprendido a transformarse.
“Cumplimos 85 años el próximo año. No hemos llegado aquí por un golpe de suerte, sino porque hemos sabido evolucionar sin perder el corazón”.
Valentín García.
De la ferretería madrileña a un referente nacional
Redondo y García nació en 1941, cuando Adolfo Redondo y Valentín García (abuelo del actual director) llegaron a Madrid desde Soria. Ocho décadas después, la empresa sigue siendo familiar, saneada y con dos fondos propios que demuestran su fortaleza financiera.
Valentín subrayó que el cambio en una compañía nunca responde a un momento exacto, sino a una suma de trayectorias, decisiones y generaciones. “Las transformaciones no surgen de un día para otro —explicó—. Son fruto de cada persona que ha pasado por la dirección y ha puesto su granito de arena”.
En un sector que vive un proceso de “refundación”, como definió previamente Emilio José Díaz, Redondo y García ha logrado mantenerse en la élite industrial gracias a una visión clara: adaptarse, pero sin perder la esencia comercial que los define. “Somos buenos comerciales y, sobre todo, somos buenos satisfaciendo las necesidades de nuestros clientes”, recalcó.
La decisión que cambió el rumbo: abandonar el canal de consumo
En 2015, la empresa tomó una decisión tan dolorosa como estratégica: cerrar sus tiendas de consumo para centrarse exclusivamente en la mediana y gran empresa. Fue un cambio de rumbo radical tras constatar que la rentabilidad del canal retail había desaparecido.
“Venía de una crisis brutal —recordó—. El sector de la construcción se hundió, los barrios industriales se convirtieron en residenciales y las tiendas dejaron de ser rentables. La gente entraba a comprar diez tornillos, pero esperaba una atención profesional. Era insostenible”.
El cambio no fue fácil. “Para muchos fue como matar un hijo”, confesó. Pero el tiempo le dio la razón: el local de la mítica Ferretería Europa, con colas interminables en su día, fue alquilado más tarde a Kingfisher, gigante del bricolaje, que tampoco logró hacerlo rentable y acabó abandonándolo. “Eso nos confirmó que la decisión fue correcta”, señaló.
Hoy, Redondo y García se centra en un modelo B2B sólido, industrial y rentable, alejado del ruido del consumo urbano, con una estrategia de crecimiento basada en la confianza y la proximidad real con las grandes empresas.
Crecer mirando lejos: el salto internacional
Pocos suministros españoles pueden presumir de haber vendido un torno a Perú en 1950 —aunque nunca lo cobraron— o de haber participado en la construcción de una universidad en República Dominicana. Pero así comenzó la vocación internacional de Redondo y García.
Desde aquel episodio, la empresa ha recorrido un camino que la llevó a Angola, Cuba y República Dominicana, trabajando en proyectos industriales, de obra pública y energías renovables, e incluso como proveedor de Naciones Unidas.
“La internacionalización nos ha hecho más fuertes. Nos permitió crecer, aprender de mercados exigentes y consolidar nuestra posición en España”.
Valentín García Medina.
Su consejo para quienes quieran seguir ese camino fue claro: “Hay que saber a qué se va, ir acompañado y garantizar el cobro. Si eres fuerte en EPIS, busca países con minería. Y nunca vayas solo: las oficinas comerciales y los socios locales de confianza son fundamentales”.
Aliarse para avanzar: la entrada en ASIDE
Durante el turno de preguntas, un asistente recordó que Redondo y García había sido siempre una empresa independiente, fuera de grupos o cooperativas. Valentín confirmó que eso cambió al unirse a ASIDE, una decisión que considera clave en la etapa actual.
“Antes éramos competencia atroz, ahora somos más solidarios —dijo—. Entrar en ASIDE no solo nos ha dado mejores condiciones, sino conocimiento. Compartir incertidumbres con los mejores suministros de cada zona es una ventaja enorme”.
El catálogo digital común, las herramientas de punchout y la fortaleza conjunta para abordar grandes clientes son, según él, los verdaderos logros del grupo. “Hoy estamos donde tenemos que estar. El futuro solo se construye con unión”, concluyó.
La pasión como motor
Hubo también espacio para la memoria. A la pregunta de un asistente sobre los fundadores, Valentín respondió con humor: “Mi abuelo pasaba por las tiendas y si veía un torno en el suelo alguien se desmayaba del susto”. Esa exigencia, esa pasión comercial —añadió— sigue viva.
Porque, en su opinión, ser ferretero es mantener el país en pie. “No somos un sector glamuroso, pero somos esenciales. Y eso, en tiempos de tanto cambio, debería hacernos sentir orgullosos”.
Una lección de permanencia
La entrevista con Valentín García en el Congreso Summind fue mucho más que un repaso empresarial: fue una lección sobre cómo sobrevivir sin renunciar a la identidad, cómo adaptarse sin perder la raíz.
A sus 85 años de historia, Redondo y García sigue siendo una empresa familiar que mira al futuro con los pies en la tierra. “Los cambios son necesarios, pero el alma comercial no se negocia”, dijo Valentín.
Y ese espíritu —de quienes han vendido un torno a Perú y construido universidades en el Caribe— es el que mantiene viva la llama de los suministros industriales españoles.
