La isla de Zanzíbar, conocida por sus playas paradisíacas y su ambiente exótico, esconde en sus recovecos más allá de los resorts turísticos una realidad muy distinta. En la carretera de Nungwi, lejos de las rutas típicas y pasando por las aldeas locales, se despliega una escena caótica pero pintoresca, donde comercios de todo tipo se mezclan en un colorido mosaico que refleja la vida cotidiana de la población tanzana.
Entre fruterías improvisadas y puestos que ofrecen desde chanclas hasta camisetas, se encuentra Kiwango Hardware, un negocio que a primera vista podría pasar desapercibido. Pero como ocurre con muchos aspectos de esta isla, la verdadera riqueza está en detenerse y observar más de cerca.
Medard Silas, que maneja Kiwango Hardware con calma y determinación, me recibió con una sonrisa. Una mueca a recalcar en la gran mayoría de la población de la isla. Siempre con una sonrisa en la boca. “Gran parte de nuestro negocio se centra en la pintura”, explica, mientras muestra los productos cuidadosamente dispuestos en los estantes.
La construcción en la isla ha aumentado en los últimos años, con nuevos hoteles, centros comerciales y restaurantes que requieren una variedad de materiales, especialmente pintura. “La construcción aquí está en auge”, añade Medard, que señala las latas de colores vivos que dominan su tienda.
“Estamos en Google Maps”
Medard Silas, responsable de Kiwango Hardware en Zanzíbar
Sin embargo, Kiwango Hardware no se limita sólo a la pintura. El local cuenta también con un extenso surtido de disolventes, adaptadores de corriente, bombillas y otros productos esenciales, tanto para los hoteles cercanos como para los residentes locales. “También ofrecemos adhesivos y herramientas para los pequeños agricultores de la isla, que cuidan sus huertos con dedicación”, comenta Medard.
A diferencia de muchos negocios pequeños de la zona, Kiwango Hardware, que cuenta con otro local en Dar es Salaam (sede del gobierno y ciudad más poblada de Tanzania), ha dado un paso adicional para hacerse visible en el mundo digital. “Estamos en Google Maps”, menciona Medard con orgullo. “Añadí imágenes del local para que la gente pueda encontrarnos más rápido”. Sin embargo, su tono se suaviza al añadir que “esto de Google es muy raro aquí, no encontrarás muchos negocios pequeños de la zona que estén presentes”.
La competencia en la carretera de Nungwi es feroz. Según Medard, muchos negocios parecidos se alinean a lo largo de esta vía, cada uno luchando por captar la atención de los clientes de cualquier forma. “Aquí apenas se usan los móviles, y mucho menos las redes sociales”, dice Medard con un toque de resignación. “No hay publicidad, todo se basa en el boca a boca, en el contacto directo y en la atención que le podamos dar al cliente”.
En un entorno donde la tecnología no es la aliada principal, Kiwango Hardware se mantiene a flote gracias a la tenacidad y el enfoque humano de Medard. Su tienda es más que un simple punto de venta; es un reflejo de la resiliencia y la capacidad de adaptación que caracteriza a los habitantes de Zanzíbar. En cada lata de pintura, en cada bombilla, se encuentra una historia de esfuerzo por sobrevivir en un mercado que, aunque pequeño y local, tiene su propio ritmo y sus propias reglas.
A veces, los negocios más humildes esconden las historias más valiosas. En un mundo donde todo parece medirse en términos de velocidad y tecnología, en Zanzíbar, en la carretera de Nungwi, aún prevalece la conexión humana, la palabra dada y el esfuerzo silencioso por construir un futuro, un negocio y una vida.
¡Genial artículo, Iván, muy interesante! Lo de aprovechar todos los huecos de una ferretería es algo universal..
Muchas gracias por tus palabras, Nuria. Cuando visitas otros lugares te das cuenta lo parecidos que somos y cómo hacemos las mismas cosas.