Hace tiempo vi cómo un youtuber de marketing al que sigo se creaba su clon digital en una plataforma de IA que se llama Delphi.ai. Este clon tenía el mismo tono, la misma forma de expresarse y el mismo conocimiento que la persona real.
Es como tener una copia tuya, siempre disponible y siempre en su mejor versión. No tiene días malos. No ha dormido mal. No ha discutido con su pareja o con sus hijos. Esto me llevó a pensar… ¿Cómo sería aplicar esto al suministro industrial?
Imagínate la escena.
Un constructor necesita reponer material en plena obra. Abre el móvil, entra en su portal habitual y no se encuentra con un catálogo eterno, ni con un buscador que no busca, ni con un chatbot que no te responde a lo que quieres. Se encuentra con una versión digital del técnico con el que suele hablar por teléfono.
Puede hablar con él o ella por mensaje o por voz. Este técnico digital le atiende con su tono de siempre, recuerda sus obras, sus preferencias, sus dudas más habituales… y le recomienda justo lo que necesita, incluso le hace venta cruzada.
Y ahora voy un paso más allá.
El pedido que consigue este técnico digital ni siquiera lo gestiona una persona. Un sistema conectado con el ERP, el histórico de consumo y la planificación de la obra, lo verifica, lo cruza con el stock disponible y lanza automáticamente la orden de reposición al proveedor.
En el almacén, no hay operarios buscando referencias con una PDA (o una hoja impresa). Hay una red de robots que se mueven en silencio, preparando pedidos que ya estaban previstos antes de que se confirmaran.
Todo se etiqueta, se agrupa y se embala en base a criterios logísticos optimizados por IA: menos desperdicio, menos espacio, más eficiencia.
El transporte no depende de rutas fijas. Un sistema gestiona flotas autónomas compartidas que se organizan por cercanía y urgencia.
El cliente recibe el pedido en la obra sin llamadas, sin sorpresas.
¿Y nosotros? ¿Dónde queda el humano en este panorama? En lo que de verdad importa. En diseñar los sistemas. En enseñar a los clones digitales cómo comunicar con criterio. En tomar decisiones que la máquina no puede o no debe. En pensar a largo plazo. En hacer equipo. En aportar visión, no sólo velocidad.
Pero también hay que hablar de lo que a veces no se quiere decir. Esto tendrá un precio. No todo el mundo encontrará su lugar en este nuevo modelo. Habrá una época fría, dura, complicada. Las empresas más frías sustituirán la mano de obra que no aporte valor real. Será inevitable que pase.
¿Pero qué hacemos? ¿Nos frenamos? ¿No avanzamos? ¿Dejó de avanzar Ford cuando creó su sistema?
A mí también me da vértigo imaginarme este panorama y entender cómo lo aplicaríamos en Doorcats. Pero no podemos pararnos ahora. Lo que tenemos que hacer es prepararnos. Entender hacia dónde va el futuro y formar a las personas para lo que no se puede automatizar: criterio, creatividad, liderazgo, pensamiento crítico.
Porque sí: el futuro del suministro industrial no va de prescindir de personas, va de buscar nuestro valor real.
El futuro no tiene manos.
Pero sí tiene cabeza.
Y necesita, más que nunca, que la usemos.











Excelente post, Neftalí. Para pensar y prepararse. ¡Enhorabuena!