O eso parece. Porque de manera sistemática nos encontramos con empresas y organizaciones que se empeñan en ocultar sus datos, cada una por sus propias razones. Esta falta de claridad con cifras tan simples como volumen de facturación y número de socios/asociados, por ejemplo, perjudica la evolución del sector de ferretería.
Tradicionalmente, en España siempre ha costado más que en otros países que las compañías realizaran un ejercicio de transparencia. Por supuesto, el canal de la ferretería, el bricolaje y el suministro industrial no constituye una excepción.
Algo hemos mejorado, desde luego. Todavía recuerdo, y no hace tanto (15 años), cuando les preguntabas a las cooperativas por los puntos de venta de sus socios y no tenían ni idea. Sabían cuántos socios formaban la cooperativa y quiénes eran, pero no si contaban con una tienda o varias y dónde se ubicaban. Lograr que nos facilitaran esa simple información nos costó un triunfo por aquel entonces. También se mostraban reacias a compartir su volumen de compras, algo que afortunadamente ya hemos superado. Sin embargo, algunos grupos de compra insisten en contar únicamente las ventas agregadas de sus asociados. Pero ni hablar de ofrecer su cifra de compras. No es relevante, dicen. A mí me parece que sí.
Algunos ejemplos: Leroy Merlin, Obramat, ManoMano, Industrial Pro…
Leroy Merlin se mantuvo muchos años sin aportar datos ni informaciones significativas. Ahora, al menos, sí que publica su facturación, aunque se empecine en que todo gire en torno a la sostenibilidad y su compromiso social. Sin embargo, la otra empresa del grupo Adeo presente en España, Obramat (anteriormente conocida como Bricomart), muestra mucha más opacidad. Lo mismo ocurre con Bauhaus. Y como depositan sus cuentas en el Registro Mercantil tarde, resulta complicado elaborar análisis interesantes con datos recientes.
Más ejemplos. ManoMano, que en los primeros años ha sido un modelo de compartir cifras, lleva tiempo amparándose en la ley del silencio.
Las empresas u organizaciones de todo tipo dejan de publicar sus números cuando estos ya no le son tan favorables. Resulta comprensible y humano. Pero con ello solo se consigue que los rumores se extiendan con mayor rapidez y, muchas veces, empeoren un diagnóstico que quizá no pinte tan mal como parece.
Las últimas en mostrar gran reticencia a ofrecer sus cifras son Coarco e Industrial Pro. De la cooperativa ya conocemos por el viacrucis que atraviesa. Pero el oscurantismo ahonda su crisis. En cuanto a Industrial Pro, su insistencia en no decir el número de asociados que integran el grupo consigue que, quien más quien menos, piense que no ha logrado alcanzar sus previsiones. Generar demasiadas expectativas a veces se vuelve en contra. Especialmente, cuando todo el mundo puede comprender que, en los inicios, un grupo siempre empieza poco a poco y va creciendo. Correr demasiado para integrar proveedores con exigencias y condiciones como si Industrial Pro ya fuera una organización consolidada no parece la mejor estrategia para lograr relaciones de confianza y duraderas. O sí. La última palabra la tiene el mercado.