Seguro que muchos de los que estáis leyendo este post os vais a sentir identificados con Jesús Losilla, de Ferretería y Productos Agroganaderos El Chozo. No es la primera vez que le menciono. Le conocí hace ahora casi un año, de casualidad. En realidad, primero vi su ferretería en un pequeño pueblo de Cáceres, de menos de 500 habitantes. Cuando Juan Manuel publicó la foto de su tienda en un blog sobre lo diferente que es una ferretería de otra ferretería, Jesús lo leyó y nos llamó. Y desde entonces mantenemos una relación cercana. Este joven ferretero, de 24 años, que abrió el negocio hace apenas dos años, ha ampliado tanto sus actividades que ya se ha trasladado a otro local. Y como siga así, también se le va a quedar pequeño. De manera cariñosa, el otro día le dije que es un “ferretero orquesta”.
¿Por qué?
Además de productos de ferretería, su tienda se ha convertido en el comercio global de Plasenzuela (el pueblo donde se ubica). Porque vende de todo, algo bastante frecuente en el ámbito rural:
- Alimentación.
- Papelería.
- Algo de ropa.
- Pienso para el ganado.
- Artículos de cuero para caballos.
- Lotería de la ONCE.
- Y, ahora, también contratos de telefonía móvil con MásMóvil y Pepephone.
Por si esto fuera poco, se encarga de tomar las medidas para la instalación de toldos, arregla puertas y cambia bombillos. Y casi seguro que se atreve con cualquier cosa que le pida un cliente.
Bares y ferreterías
Hace pocos meses, Teruel Existe planteaba una iniciativa para que los bares y comercios de localidades de menos de 200 habitantes se incluyeran como entidades dentro de la economía social y así beneficiarse de ayudas y subvenciones. Los medios de comunicación destacaron, sobre todo, el papel de los bares como lugares para socializar, en ámbitos donde resultaría complicado hacerlo de no existir este tipo de locales.
No sé si dicho proyecto es una solución. Pero está claro que los comercios representan el alma de pueblos y barrios. Sin comercios, las calles se mueren. Por eso tiene tanto mérito que Jesús decidiera abrir su ferretería en un pequeño pueblo de Cáceres. El tremendo orgullo que siente por su trabajo y la pasión que le pone a todo recorren su camino día a día. Lo único que me da miedo es que se olvide de la ferretería. Que prefiera vender alimentación a herramientas. Pero seguro que no, porque tiene el corazón ferretero.