Es la pregunta del millón: ¿Quién asume las subidas de precios cuando el mercado se vuelve loco y la inflación desbarata las políticas normalmente sensatas de los proveedores?
El año pasado, las crisis de las materias primas y de los fletes provocó una convulsión en el sector de ferretería y bricolaje. Dos, tres y hasta cuatro subidas de tarifas a lo largo del año se produjeron en las familias más afectadas por la subida del acero, del aluminio, del zinc o del cobre.
Las pinturas y los adhesivos se vieron también afectadas por las subidas de precios y/o la escasez de productos químicos imprescindibles para su fabricación. Y la mayoría, por no decir todos los productos procedentes del lejano oriente -China, sobre todo- también sufrieron los efectos de suministros inciertos con precios cada vez más volátiles.
Por si fuera poco, los proveedores con fábricas en España, han sufrido el impacto del desmadrado aumento de precios de los productos energéticos: gasolina, gas, etc. y de la factura eléctrica.
La tormenta perfecta
Rayos, truenos, viento huracanado, granizo…la tormenta perfecta. No había dónde refugiarse. Y, a pesar de los paraguas abiertos, todo el mundo calado hasta los huesos. O lo que es lo mismo, toda la cadena de valor afectada por la subida generalizada de costes.
Durante un tiempo, diría que la mayoría de actores del mercado trató de evitar en lo posible trasladar las subidas de precios al escalón inmediatamente inferior, asumiendo toda o parte de la subida. Hasta que la tensión de la cuerda se rompió. Y empezó lo bueno: ¿Quién asume qué y en qué porcentaje?
Pues cada uno lo ve desde su perspectiva. El fabricante no tiene quien le escriba, o lo que es lo mismo, no tiene materias primas alternativas a las que recurrir. Si fabrica fuera de España, sufre los problemas del transporte y de los países de origen -generalmente asiáticos-. Si fabrica dentro, sufre las altas tarifas de la energía.
Los distribuidores, en el medio de la cadena, presionan a los fabricantes para que no les apliquen las subidas y sufren la presión del detallista, en la misma medida. Y los detallistas se debaten entre repercutir la subida directamente al consumidor -en un mercado hipercompetitivo- o asumir una bajada generalizada de márgenes.
Tira y afloja
El mercado se ha convertido en un tira y afloja continuo en el que cada eslabón de la cadena reivindica su derecho a repercutir la subida de costes y su deber de contribuir a que la inflación no se dispare. Contradicción imposible de resolver y que, en mi opinión, interpela a cada empresa a una reflexión sobre sus costes generales y sobre su colaboración con el resto de la cadena.
En cada coyuntura, y ahora parece que pintan bastos, las costuras de la relación fabricante-distribuidor-detallista se tensionan y ponen a prueba la bondad y solidez de las mismas. Cuando todo se reduce al precio, saltan y dejan en cueros a los colaboradores. Cuando la relación va más allá, muestran su fortaleza y permiten aprovechar las oportunidades que surgen en los momentos de crisis.
No se trata, en suma, de quién asume las subidas de precios, sino de resolver la ecuación que permita a los distintos eslabones de la cadena mantenerse en el mercado. Y eso pasa por mejorar la eficiencia de los procesos, la elección de los partenaires y mantener las luces largas para no perder el rumbo y asegurar la sostenibilidad.
Feliz semana
Buena reflexión, José María.
El tiempo lo dirá, pero mi opinión es que así debería ser.
Buenos días Juan Manuel ; A lo dicho por ti le sumaría una reflexión importante ,que descompondría en dos preguntas…¿ bajarán,tanto los fabricantes como los distribuidores, los precios cuando la tormenta perfecta acabe?, si la demanda confirma su tendencia a bajar debido a la multitud de mensajes que la coyuntura mundial y nacional están enviando,¿las posibles bajadas de precio,si se producen, ayudaran o no serán relevantes?..ya veremos. También te deseo feliz semana.