No damos abasto. No hay día que no llegue a la redacción de Cuadernos de Ferretería y Bricolaje una o dos invitaciones para cubrir la apertura de un nuevo centro de bricolaje, una ferretería o un suministro. Y si no es una apertura es una remodelación en profundidad, una reforma significativa o como mínimo la rotulación del establecimiento con el nombre de una de las cadenas que engloban a las ferreterías de proximidad.
Desde hace más o menos un mes y hasta las vacaciones de agosto, estamos inmersos en una vorágine que nos ha llevado o nos llevará a cubrir la apertura del nuevo Akí de Parla, del Bauhaus de Alcorcón –el centro de bricolaje más grande de España, con 20.000 m2-; de Bricoesfera –la primera tienda de Cadena 88 que incorpora el nuevo mobiliario comercial de la cadena; de la segunda sucursal de Ferretería Leonesa en el centro de Madrid –esta vez en pleno barrio de Salamanca-; de la remodelación total de GariHogar, la primera tienda de Óptimus de Asturias –con una superficie de 1000 m2; del primer Óptimus en Baleares –la segunda tienda de Ferretería Sant Miquel; de una docena más de ferreterías de Óptimus en la comunidad valenciana y en el País Vasco; de las remodelaciones o nuevas aperturas de media docena de ferreterías Ferrokey en Alicante y Madrid; de la primera ferretería Ferrymas, en el barrio de Actur, en Zaragoza; de Ferretería Matute, en El Espinar (Segovia) que suma el punto de venta 230 de la cadena voluntaria; del primer Big Mat City, en Córdoba; del primer Bricor urbano de Cádiz…a lo que hay que sumar las aperturas de ferreterías independientes, y las rotulaciones de las que se integran en los proyectos Cofan Das, Clickferr, Coarco, Bextok, etc.
En fin, una locura que, en mi opinión, refleja las nuevas expectativas que para el sector de ferretería, suministro industrial y bricolaje se abren a corto y medio plazo en el país. Me congratulo por tanto emprendimiento y optimismo, pero también me pregunto si no estaremos formando entre todos una nueva burbuja comercial, que como todas las burbujas, acabará explotándonos en la cara.
¿Cuál es su opinión, querido lector?
