El ser humano busca desesperadamente su identidad, y para ello se adorna con multitud de etiquetas: unos lo buscan en alguna afición, otros en la religión, otros en el éxito laboral, otros en encontrar el amor, etc.
Actualmente, hay más bajas que nunca por cuestiones mentales como la ansiedad, que ni siquiera existía en 1980 como enfermedad laboral, pero que está causando pérdidas importantes en las empresas y puede acabar con los
empleos por no poder soportar esta situación.
También la ansiedad, como otras cuestiones recientes muy machacadas, se ha convertido en un enorme negocio, y por eso habría que buscar el origen.
Hemos excluido del sistema educativo que la vida es lucha y hemos creado una sociedad ñoña y débil. La gente, cuando crece y va al mundo laboral se frustra a la mínima de una manera demasiado fácil.
La responsabilidad individual
Queremos sustituir la responsabilidad individual en algo que sea colectivo y por eso culpamos tan fácilmente al Estado, al colegio, a la universidad, etc.
Nos hemos olvidado de que el éxito es saber salir de situaciones problemáticas y que en el trabajo nos pagan por solucionar problemas, no por estar ahí sin más como un florero. Incluyen nuestra mente para pensar.
La necesidad de superar obstáculos constituye una parte fundamental de la formación de las personas y sin esto no seremos capaces de aportar ningún valor.
Hemos creado unas expectativas ilimitadas y facilonas que son mentira y perjudican gravemente a la juventud. No olvidemos que somos líderes en paro y en bajas laborales en Europa, lo cual no cuadra ni es bueno para nadie, y también somos de los menos productivos.
No hay ética ni libertad sin límites y lo hemos olvidado y no lo transmitimos.
Hemos relativizado la verdad y no hay verdades a medias, algo es cierto o incierto, pero tenemos un muy mal ejemplo actualmente en la política para los jóvenes.
Sociedad acomodada, empresas débiles
Un pensamiento débil producirá una sociedad acomodada y cobarde, lo que se traducirá en en empresas débiles y acomodadas hasta que ya sea tarde y la situación aboque a la empresa al cierre.
Una empresa entra en decadencia cuando se acomoda y se duerme, y por desgracia ya tenemos suficientes pruebas de esto. Parece que demasiadas personas esperan progresar sin esfuerzo alguno, pero seguro que piensan así porque es lo que han percibido.
Enseñamos derechos, pero no deberes, por lo que creamos una sociedad vulnerable.
Sin cumplir con nuestros deberes no habrá valores ni estabilidad alguna y así será imposible avanzar y progresar como sociedad.
Algunas reflexiones desde la política sugieren que la solución para que las empresas encuentren el personal necesario es la inmigración, pero parece que no es así, puesto que los perfiles que necesitan las mismas no suelen coincidir con los conocimientos que tienen los inmigrantes.
Por otra parte, querer igualar a la fuerza -cuando nadie es igual que otro, sino que cada uno nacemos distinto- va contra natura y tampoco ayuda a las empresas que ya saben cómo valorar a cada persona por su aportación y sus
méritos.
No hay que confundir tampoco el deseo de justicia social con la envidia. La línea de separación es muy fina.
Estamos en un momento en el que una tendencia natural a la distracción y a la pereza están bien vistas, cuando en realidad perjudican nuestro propio progreso laboral.
Nos encontramos con cuatro tipos de personas: los héroes, los inteligentes, los malvados y los estúpidos. Y con eso hay que lidiar. Como diría un entrenador de fútbol, yo juego con los que tengo y no hay más. Pues las empresas también tienen que elegir entre este tipo de personas y muchas veces no acaban de encontrar a los adecuados para cada puesto, igual que hay personas que no encuentran su trabajo ideal y no somos capaces de resolver esta contradicción.
En resumen: la sociedad no puede pretender que, si los sistemas educativos son mediocres, las empresas y los trabajos sean excelentes. Ni puede pretender que, si la mentira, la falsedad, la falta de valores y el incumplimiento de las obligaciones y la corrupción son habituales, los puestos de trabajo sean excelentes, éticos y maravillosos. Es una utopía y un autoengaño.
Si queremos un mundo laboral muy bueno hay que cambiar las reglas hacia una sociedad excelente, donde el ejemplo sea la ética, el esfuerzo y la honestidad.
Solo habrá empresas competitivas y que puedan generar empleo estable y pagar buenos salarios cuando los que estén dentro de ellas aporten el valor necesario.
- No discutas que es un hombre bueno, sé uno de ellos.
- Cuando construimos sobre falsos cimientos, cuanto más construyamos más arruinados estaremos.
- No se trata de progresar muy deprisa si luego nos limitamos por sentir y valorar demasiado poco.