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La era de la desatención y sus negativas consecuencias

Por José CarrascoFundador de Fersay y Azelera Formación

En numerosos foros y eventos a los que asisto y en muchos artículos que leo con todo detalle hasta la última coma, observo últimamente cómo algunos expertos se quejan de las graves consecuencias que supone vivir permanentemente en la era de la desatención.

Leemos el titular y juzgamos sin sentido cualquier cosa. Esto provoca, además de una gran injusticia, un desconocimiento que solo nos aportará confusión.

Decía el gran Peter Drucker que el diablo está en los detalles a la hora de no fiarse y organizar y gestionar una empresa analizando los procesos hasta el final. No hay atajos, si queremos hacerlo bien y nuestra supervivencia está en juego como empresas.

Tenemos una gran incapacidad de comprender, analizar y reflexionar sobre cualquier lectura. Y esto supone una grave anomalía en el mundo económico, porque nos lleva a tomar decisiones emocionales basadas en falsos sentimientos o apreciaciones incompletas. Y así es imposible acertar.

Si queremos la máxima eficiencia (y no tenemos más remedio), solo la podemos encontrar siguiendo el camino necesario para que nuestras habilidades cognitivas hagan su labor. Y eso, desde luego, no se consigue sin poner la máxima atención. Sin distracciones ni saltos injustificados que solo nos aportarán confusión y ceguera mental.

Cada acción que realizamos, como seres inteligentes que somos, siempre estuvo basada en una rigurosa concentración (máxima atención) para comprender lo que leemos y vemos. Y ahora cada vez parece más imposible esta misión.

La desatención perjudica a las empresas

Cuanto más jóvenes, más problemas de atención. Y en esta era digital, acostumbrados a lo inmediato y a leer las cosas o bien solo con los titulares o solo con una parte al principio con los móviles, es imposible aprender. Nos informamos mal, tanto porque lo hacemos de forma incompleta, como porque no le prestamos la atención mínima necesaria para enterarnos bien de lo que tenemos delante.

Esto, a la hora de gestionar una empresa, tiene múltiples frentes en los que nos perjudica. Y nos puede llevar a cometer graves errores por tomar decisiones equivocadas.

Un buen diagnóstico para corregir la desatención.

No se puede acertar en las decisiones sin un buen y completo diagnóstico. Y a nadie le gustaría que su médico tomara decisiones que afecten a su salud sin molestarse en analizar lo suficiente la situación, ya que cualquier error podría causarnos graves daños. Ahí si que nos volvemos exigentes. Pero luego nosotros no lo hacemos en nuestro trabajo.

La excusa de la falta de tiempo ya no vale para algo tan importante como vivir enterándonos de la realidad. Está demasiado vista y sigue siendo lo mismo de siempre: nuestra incapacidad para saber priorizar lo importante de lo accesorio.

O corregimos esta anomalía de la desatención presente en nuestro tiempo actual o tendremos un futuro muy negro y más incierto, por no saber analizar cada situación con todo detalle.

Es importante disponer de datos suficientes (el famoso Big data). Pero de nada sirve, si luego nadie es capaz de prestarle la atención necesaria para realizar un buen análisis.

Dar ejemplo

Estamos en un momento en el que hay más información de la que podemos asumir. Así que lo más importante consiste en saber buscar únicamente la información relevante. Aquella que marca la diferencia entre unos resultados y otros.

Y como en todo, los que dirigen la empresa deben dar ejemplo. Demostrando que le prestan la máxima atención a aquello que más la necesita, que suelen ser los temas que afectan más a las personas. Si les ayudamos a analizar, a comprender mejor toda comunicación y ellos ven que lo hacemos (o sea que damos ejemplo), todos saldremos ganando, tanto a nivel individual como colectivo.

Hay un nuevo enemigo que nosotros mismos hemos creado y es el monstruo de la superficialidad, de la desatención. Este no nos deja ver la auténtica realidad. Por eso, tomamos decisiones equivocadas que nos generan nuevos problemas que no existían.

Como siempre, hay que desearles mucha suerte, pues la van a necesitar, a aquellas empresas dirigidas por personas que no se molestan en completar y profundizar en las informaciones y datos. Y seguro que muchos éxitos a aquellas que hagan su trabajo con todo rigor y detalle y saquen conclusiones realistas, que las llevarán a tomar las decisiones acertadas y así crecerán a costa de las otras.

-Cuida de los pequeños gestos. Un pequeño agujero hunde un gran barco.

-Las estadísticas son como los bikinis: enseñan mucho, pero tapan lo esencial.

-La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce.

-Las oportunidades se esconden detrás del trabajo duro. Por eso, las reconoce tan poca gente.

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