Hay veces que uno se mira al espejo y no se reconoce. Le ha pasado a más de un suministro industrial. Se levantó un día y descubrió que la competencia ya no era sólo el suministro de al lado, sino una plataforma a miles de kilómetros. Que su cliente ya no entra por la puerta, sino por una web. Que sus mejores vendedores no eran los más simpáticos, sino los más rápidos con un Excel o los que entendían de ERPs.
Y en ese desconcierto, algunos se han reinventado. Otros siguen buscando el reflejo de lo que fueron.
Por eso nació el Congreso Summind. Para dejar de mirarnos solos al espejo. Para vernos con los ojos del otro, del suministro de al lado o del que está en otra comunidad pero tiene los mismos problemas, con los ojos del proveedor, del que acaba de llegar al sector y del que ya lo ha visto todo. Y sí, ya puedes adquirir tu entrada para Summind 2025, porque la conversación no se ha acabado. De hecho, apenas ha comenzado.
Este año queremos volver a hacerlo. Volver a reunirnos, hablar sin filtros, compartir lo que funciona y lo que no. Mirarnos con honestidad y proyectar lo que podríamos ser si camináramos más juntos. Porque los desafíos siguen ahí: la digitalización que no cala, la sucesión que no llega, la estandarización que no despega y una competencia cada vez más afilada.
Pero también siguen ahí las ganas, el oficio, la comunidad. Y, sobre todo, una certeza: no hay algoritmo que reemplace una buena conversación con quien entiende lo que haces, porque lo vive igual que tú.
Nos vemos pronto. Esta vez, otra vez, con las ideas por delante.
Hoy recomiendo “Menta y Nata”, de Fernando Fedriani, una novela sobre fútbol y literatura, que mezcla los polos opuestos de la vida, y pone el foco en el amor y esa forma tan extraña de que, mientras el mundo se desmorona, los seres humanos tenemos la costumbre de enamorarnos.