Y digo que hay que mojarse en el sentido de implicarse, de luchar, de defender intereses. Porque me cuentan fuentes del sector que algunas asociaciones a veces no han estado a la altura de lo que el asociado esperaba de ellas.
Y aquí hay que diferenciar entre: intereses comunes de un grupo de asociados e intereses individuales de un asociado en concreto que tiene un problema para el que pide ayuda a la asociación.
Desde que aterricé en el sector de la ferretería y el bricolaje he tenido la oportunidad de tratar con representantes de muchos movimientos asociativos. De hecho, en mi listado de asociaciones sectoriales hay alrededor de 50.
“Hay asociaciones que ni están ni se las espera”
Hay entidades más activas, otras que ni están ni se las espera; algunas se mueven mucho; otras no se mueven nada.
Pero, al margen de que hagan o no hagan, de que comuniquen o no comuniquen, el asociado debe estar en el centro de todo. Y me consta que últimamente ha habido alguno de alguna asociación que se ha sentido desatendido.
Asociaciones como entidades de utilidad grupal e individual
En mi opinión, en el momento en que un solo asociado considera que su paraguas asociativo no se ha abierto cuando llovía… hay que hacérselo mirar.
No voy a concretar, por preservar el secreto profesional y, por consiguiente, la identidad de mis fuentes, pero sirva este artículo de opinión como recordatorio de que los movimientos asociativos deben tener como finalidad convertirse en entidades útiles. Y si no se mojan, haya quien haya delante, y ya sea por un solo socio o por cien, al final no sirven para nada.
“Si un solo socio considera que su paraguas asociativo no se ha abierto cuando llovía, hay que hacérselo mirar”
También quiero recordar a los miembros de estas asociaciones que si no se unen para apoyar a un asociado que tiene problemas, mañana les puede tocar a ellos. Por tanto, no siempre es responsabilidad exclusiva de la asociación como entidad; también de los asociados, que a veces olvidan que pertenecer a un grupo implica solidaridad con los componentes del grupo.
Y, por último, espero y confío en que el asociado que se sienta desatendido se lo haga saber a la asociación. Porque si no, difícilmente habrá rectificaciones a futuro.
“Lo que no se comunica no existe”
A mi entender, una asociación debe aspirar a convertirse en un grupo de presión que haga frente a las acciones que perjudiquen a sus socios. Por lo que estoy viendo, algunas asociaciones del sector lo hacen; otras, no. O, al menos, no lo comunican.
Y recordemos la máxima, atribuida a Gabriel García Márquez, de que “lo que no se comunica no existe“.
Las actuaciones no siempre tienen por qué estar encaminadas a defender intereses de muchos asociados. También hay que prestar atención a los problemas particulares de esos que, en minoría o a nivel individual, esperan mucho más de la asociación a la que pertenecen.
Desde la más absoluta imparcialidad, y con todos mis respetos hacia cualquier movimiento asociativo y a sus asociados, un consejo: no os durmáis en los laureles. Ni asociados ni asociaciones. La unión, recordemos, hace la fuerza.
¡Os leo en el apartado de comentarios!