Hace unos días, mi compañero Javier Barrio recogía en su muro -ya casi sagrado- de Linkedin una información que aseguraba que los alumnos matriculados en FP superaban a los que cursaban Bachillerato en la Comunidad de Madrid.
“Más torneros y menos abogados”, decía Barrio. Quizás no sobren letrados -uno nunca sabe cuándo los necesitará- pero cada vez son más los jóvenes que apuestan por una formación enfocada a las necesidades reales de mercado.
Una buena noticia que puede ser parte de la solución al reclamo más extendido en el sector: falta gente que quiera trabajar en las ferreterías. Algunos hacen prácticas, otros están un tiempo formándose, pero la mayoría no cuajan.
¿Están siendo capaces las empresas del sector de trasladar a las nuevas generaciones el valor de este oficio, su tradición y su futuro, y las oportunidades que ofrece a pesar de los sacrificios que implica?
La realidad, en todo caso, es que la falta de personal -que no es exclusiva de este sector- y de mano de obra cada vez es más alarmante por mucho que la FP le coma terreno a la universidad.
Atraer a los que venden y a los que compran
Puede que ahora vivamos en una suerte de equilibrio ficticio: el tejido ferretero todavía lo sostienen las generaciones que pusieron en marcha el negocio -y que ahí siguen cada día- y algunos de los hijos que mantienen viva la ferretería.
Pero cada vez se suceden con más frecuencia esas noticias que nunca queremos publicar: ferreterías que cierran, dueños que buscan -con poco éxito- a interesados en continuar con el negocio… Un relevo generacional estancado.
Por eso la batalla de las ferreterías está, precisamente, en seducir a los jóvenes. Y no solo a quienes tienen que vender detrás de un mostrador, sino también a quienes compran. ¿Cómo atraer al establecimiento físico a un grupo de consumidores -los jóvenes- con unos patrones de compra muy diferentes, una tendencia a adquirir productos a golpe de clic y que, además, son poco dados a las tareas de bricolaje?
Muchas ferreterías están centrando sus esfuerzos en renovar su imagen, en hacer los establecimientos más abiertos, limpios y agradables, aplicar fórmulas de flexibilidad con sus empleados, darle el peso que merece a la formación o apostar por la digitalización.
Quizá esta sea la mejor noticia: las ferreterías, con independencia de su tamaño, ya entienden que atraer a los jóvenes (empleados y consumidores) es, en el sentido más literal del término, vital.
Y hablando de jóvenes: el próximo 16 de noviembre celebramos en Madrid nuestra ya tradicional Jornada de Jóvenes Ferreteros. El mejor foro posible para escuchar a quienes tienen en la mano el futuro del sector.