“Una hipotética interrupción de las importaciones de materias primas energéticas procedentes de Rusia podría tener un impacto significativo sobre la economía española”. Es la principal conclusión que refleja el Banco de España (BE) en su análisis ‘Consecuencias económicas de un hipotético cierre comercial entre Rusia y la Unión Europea‘, elaborado por el economista e investigador del BE Javier Quintana.
“La dificultad para sustituir dichos productos a corto plazo -se añade en el informe- supondría una reducción en la oferta de energía y un agravamiento del actual episodio inflacionista, lo que implicaría, por ambas vías, un lastre para la actividad económica”.
Además, dado que España tiene poca dependencia energética de Rusia (a modo de ejemplo, España sólo importa el 8,5 % de gas ruso, puesto que nuestro principal proveedor es Argelia -41 %-), “los efectos sobre nuestra economía serían notablemente más reducidos que en el resto de las economías europeas“, sentencia Quintana en su análisis.
Sin embargo, el impacto de un hipotético cierre comercial entre Rusia y la Unión Europea se vería “amplificado como consecuencia de la propagación de la perturbación a través de las cadenas globales de producción”, y una eventual interrupción de exportaciones o importaciones “del resto de bienes también tendría un impacto negativo sobre las economías europeas”.
Los efectos actuales de la guerra entre Rusia y Ucrania
Según se recuerda en el análisis del BE, la guerra entre Rusia y Ucrania ya se está dejando ver a diferentes niveles:
- Encarecimiento de materias primas, sobre todo las energéticas.
- Reducción de los flujos comerciales.
- Reducción de la confianza asociada al incremento de la incertidumbre económica (lo que puede lastrar las decisiones de consumo e inversión, tanto de hogares como de empresas).
- Endurecimiento de las condiciones financieras.
- Inflación al alza (como consecuencia de todo lo anterior).
Los efectos que podrían venir
Y, tras analizar lo que ya está ocurriendo, ahora vienen las hipótesis, según el análisis del Banco de España. En él se pone de manifiesto que “un corte súbito de suministro afectaría tanto a través de una menor disponibilidad de energía como de un aumento adicional de los costes de esta”.
En el caso del sector de ferretería y bricolaje, un incremento en los costes energéticos afectaría, sin duda, a los precios que los fabricantes ponen a sus productos. De hecho, ya en el mes de mayo C de Comunicación informó de que algunos proveedores estaban subiendo de nuevo los precios, debido a los altos costes energéticos.
Así, y volviendo al análisis del Banco de España, se reflejan a continuación las principales consecuencias que tendría para España esa hipotética interrupción de las importaciones de materias primas energéticas procedentes de Rusia:
- Aunque la intensidad del impacto “sería heterogénea entre los países de la UE”, y España no sería uno de los más perjudicados (directamente), “el efecto directo del aumento del coste energético para un sector concreto, en un país determinado, acarrearía un cierto encarecimiento de sus productos, que, a su vez, afectaría a sus clientes en el resto de los sectores y países, incluida España”.
- Acarrearía un impacto sobre el PIB de la economía española de entre un 0,8 % y un 1,4 % a lo largo del primer año (menor que en el caso de otras economías europeas), “en función del supuesto que se considere sobre la capacidad de las economías europeas de sustituir las fuentes energéticas rusas”. (En el caso de un cierre total del comercio entre Rusia y la UE, y considerando los supuestos más restrictivos, el impacto total sobre la economía española podría suponer una caída de hasta el 2,4 % en el caso del PIB y un aumento de 1,7 puntos porcentuales en el caso de la inflación).
- En líneas generales, los sectores más afectados serían aquellos más intensivos en el uso de energía, como son el transporte, la industria de metales básicos o la industria química, pero también se verían afectados sectores como el de equipos eléctricos o la industria del plástico.
