La segunda parte del artículo de Javier Barrio dedicado a las negociaciones distribuidor-proveedor, titulado ‘Mercancía de vuelta y en exclusiva‘, ha generado interesantes comentarios:
Alberto Borja: “…Cantidad de fabricantes alemanes de primera línea no permiten que la facturación de grandes clientes supere el 10 % de su facturación total y, cuando sucede, les invitan a comprar a la competencia.”
John Connor: “…Disparar con pólvora ajena excita, encumbra y vanagloria a los Cyborgs a cargo de grandes cuentas que después de los disparos ni siquiera huelen a pólvora. Sentados en sus grandes y elevados tronos se airean y escupen los restos del último trofeo. Imagino que la presión que ejercen sus honorables CEOS y Presidentes los mantienen insensibles. El metal líquido del que están hechos tampoco ayuda a dotarlos de empatía suficiente. Y si por algún casual la compasión llegase a aflorar, el T1000 irá de cabeza a la fundición. Estos Cyborgs que desconocen el concepto compromiso y que adoptan la apariencia de seres humanos pueden aparecer detrás de cualquier esquina dispuestos a cobrarse una pieza mas. De ahí que prefiera mantenerme en el anonimato. Disculpen ustedes la cobardía…”
Ander Lerschein: “…Efectivamente, hace tiempo que me di cuenta de las posibilidades de muerte por éxito a las que me enfrento, la venta masiva de un producto que luego no funciona, de largo es un problema. Pero resulta que cuando funciona demasiado también es un problema, y es que he comprobado en mis carnes como exitosos productos se convertían en la marca blanca de mi cliente, por supuesto fabricando el producto en Asia, en Europa del este… o donde sea. Y todo mientras en la reunión de proveedores anual a lo Steve Jobs, nos convencen del romance del distribuidor enamorado…”
