Amazon acaba de dar un importante paso en su carrera hacia el dominio de los productos frescos, con la adquisición de la cadena de supermercados americana Whole Foods. Pero no se trata solo de eso. Sin duda, es un indicio más de que es preciso permanecer en todos los canales por los que el consumidor transita en su proceso de compra.
Amazon ha comprado esta destacada cadena de productos orgánicos de alta gama por unos 13.700 millones de dólares (unos 12.240 millones de euros), en una operación que se espera que finalice durante la segunda mitad de este año. Whole Foods cuenta con 460 tiendas repartidas por Estados Unidos, Canadá y Reino Unido y 87.000 empleados.
Desde que se dio a conocer esta noticia, el pasado 16 de junio, se han producido numerosas especulaciones, si bien de momento, lo único que ambas empresas han confirmado es que los puntos de venta mantendrán el nombre de Whole Foods Market y su sede seguirá estando en Austin (Texas). En cuanto a los empleados, Amazon ha desmentido que haya planes de despido inmediatos. Sin embargo, la compañía cuenta con un supermercado en Seattle -solo para sus trabajadores- sin líneas de caja para pagar.
Sin saber a ciencia cierta qué ocurrirá con las tiendas Whole Foods, parece que el modelo puede funcionar desde una aplicación para realizar los pedidos y que el cliente pase después a recogerlo a uno de estos supermercados. La duda consiste en saber si dejarán de exponer artículos para convertirse únicamente en una especie de ‘centros logísticos’ de productos perecederos.
Amazon dispone, además, de ocho librerías y 20 locales en centros comerciales (como las tiendas Apple) que funcionan como escaparates físicos de sus aparatos electrónicos.
